sábado, 22 de diciembre de 2012

Mi soledad y yo, yo y mi soledad.

21 de diciembre de 2012. En el día en el que supuestamente se acaba el mundo varios lugares se encuentran totalmente vacíos, reflejo de una paradisíaca decadencia. Los árboles se han despojado de sus hojas, renunciando a ellas como es habitual en esta temporada del año, mientras que pequeñas gotas de lluvia mojan la hierba que cubre el suelo de todo el recinto. No hay nadie. Solamente está él, caminando con serenidad por un mundo que, aunque solo existe en el presente y está destinado al futuro, termina retrocediendo a un pasado repleto de nostalgia, de añoranza, de morriña. En ese momento el mejor acompañante es la soledad, la única que conoce tus más escondidos secretos, tus alegrías, tus tristezas y tus sueños. La que te guía en tus proyectos y te felicita en los éxitos, la que te aplaude en las victorias y te anima en las derrotas. La que te ayuda a seguir adelante, la única que sonríe al recordar cualquier pequeño pero importante detalle. Soledad.

Era un momento que pervevirá en la memoria, paseando por un inacabable sendero y rodeado de varios edificios y espacios naturales, los cuales inmortalizó en varias fotografías. Lo único que quería era observar aquel lugar en el que había transcurrido toda su vida, donde había crecido, jugado, aprendido, ganado y perdido. Quería observar el lugar, sus rincones más escondidos, sus paredes, su suelo y su cielo. No quería distraerse en otras cosas, con solo mirar a su alrededor era suficiente. Suficiente para que varias lágrimas se deslizaran con delicadeza por sus sonrosadas mejillas, como si una inmutable nube no dejara de adornar el suelo con pequeñas e inacabables gotas de fría lluvia. Ya nunca volveremos allí, al lugar en el que hemos estado viviendo catorce años. Ya no nos toca estar allí, llegó la hora de marcharse, aunque las marchas solo son marchas en sentido físico, porque hay rincones del mundo de los que nuestro espíritu nunca se marchará. Nunca.

Después de un merecido descanso, la soledad vuelve a acompañar a nuestro humilde amigo, comenzando una nueva pero parecida ruta por diferentes pero a la vez similares senderos. Comenzamos caminando por callejuelas vacías, recovecos en los que el número de personas presentes se cuenta con los dedos de una mano. Hace calor, algo impropio de diciembre, y la noche ya le ha ganado la batalla al día, pudiendo distinguir cada rincón gracias a la iluminación de las farolas y las luces de Navidad. Seguimos, nos acercamos a la inmensidad del mar, un océano infinito que solo se distingue del cielo gracias a los pocos edificios que observamos en las esquinas de nuestra panorámica, edificios que sirven de separación entre ambos mundos. Porque en la noche el cielo y mar son dos en uno.

Sí, la lata de Coca-Cola ya está aplastada; era la única amiga que nos acompañaba a mí y a mi soledad. Ahora vigila desde el paseo marítimo la infinidad del mar, el ruido de las olas y el brillo de la iluminación urbana sobre su agua cristalina. Continuamos el camino, recorriendo kilómetros en busca de una paz serena y equilibrada, sin atisbo de ruido, sin prisas, sin agobios. Vamos buscando tranquilidad, relajación, plenitud, estabilidad espiritual entre cuerpo y alma. Vamos buscando la vida.

Respiramos el frescor de la naturaleza en una oscura y agradable noche, al son de atractivas melodías que potencian el optimismo. En estos momentos parece que el tiempo se detiene, que una cámara nos inmortaliza y somos los protagonistas de una fotografía. Parece que paramos con el mando a distancia la escena de una película, que reelemos mil y una veces la página de un libro, que contemplamos con entusiasmo la eterna belleza de un cuadro. Y en ello consiste la vida, en esos efímeros pero interminables momentos, capaces de llenar un cajón sin fondo repleto de fantásticos recuerdos. Una vez más, CARPE DIEM.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Un sendero.

''¡Ay, corazón bonito, ay corazón salvaje!'' Una de las primeras melodías que llegan a mi memoria, allá por el año 1997 cuando la guardería Globos de Ciudad Jardín esperaba mi entrada todas las mañanas. Mi padre y yo salíamos del coche para embarcar una extraña pero atractiva aventura a un recinto pequeño y novedoso, pero rodeado de naturaleza y vitalidad. Una vez dentro, las libretas repletas de acuarela y plastidecores eran las reinas indiscutibles del lugar, vigilando sobre las múltiples mesas circulares a todos los niños que pasábamos allí los días. ''Te voy a lavar la boca con jabón'', recuerdo que decía una de las profesoras a alguien que se estaba portando mal. El chándal azul y rosa era el uniforme que debíamos llevar mientras correteábamos por los pasillos y el patio de la guardería, una prenda que con una gran satisfacción me quitaba al llegar a la casa de los abuelos en Riego de Agua. Era la hora de Barrio Sésamo, Heidi y Marco o Pinocho.

Los años seguían pasando. Máscaras en Carnaval, decoradas con una amplia gama de azules, rojos, verdes y amarillos después de haber calcado los rostros de los personajes en las ventanas de clase. Los reyes magos de Oriente venían al pabellón de Santa María cada 20 de diciembre, al compás de ''tra, lá, lá, cantan los reyes, tra, lá, lá, ¿¡cuándo llegarán!?'' y despidiéndose con ''¡Feliz Navidad, Feliz Navidad!...'' Recuerdo las largas tardes entre semanas en las que lo único que hacíamos era jugar dentro de las piscinas de bolas de Fantasía, Camellot Park o Aventura Park. Nunca faltaban las palomitas, las patatas fritas, los regalices y la tarta, que finalmente nadie solía comer. Y las canciones de moda, como ''Antes muerta que sencilla'', odiada por los chicos, o ''Yo quiero bailar toda la noche'', que sonaban en cada cumpleaños como muestra de una bella y sencilla rutina, espejo de un ayer que poco a poco se va desvaneciendo más y más en el interior del baúl de los recuerdos.

Cómo olvidar también las largas tardes en mi actual habitación de Coruña jugando a Jack 2 y a Sherk 2 en la propia Play Station 2. O los momentos de lectura en el salón, las compras navideñas y estivales en el Corte Inglés y las misas dominicales. La armonía de las suaves melodías eclesiásticas y el sencillo e íntimo espacio de la iglesia ayudaba a relajarse, a encontrar una paz interior que ordenara el espíritu y el alma de mi yo semiadolescente. La telenovela ''La Tormenta'' era una de las principales distracciones de aquel verano en el que las horas transcurrían entre casa de Nena y la Solana, después de haber disfrutado de unas tranquilas y apacibles vacaciones en Pobra do Caramiñal. Un sinfín de momentos, de segundos y minutos que puedo asegurar con auténtica certeza que todavía perviven en alguna parte del mundo.

Que sí, que realmente los pequeños detalles hacen feliz. Pásate todo el día escuchando música, como si es música clásica, muy melódica, como si es pop, muy sentimental y armónica, o como si es reggaeton, que invita a bailar. ¡Qué importa! La melodía de la música es una de las cosas más bonitas que hay, sin duda lo más importante es la forma. Come, bebe, fuma, evádete del mundo con un poquito de marihuana. Nada en exceso es malo, te lo aseguro. Haz ejercicio, camina, corre, nada... El ejercicio purifica el cuerpo. El sexo también es importante, aléjate de las convenciones tradicionales y disfruta, que no hay nada malo en satisfacer una de nuestras principales necesidades básicas; si no te atrae el compromiso, puede haber sexo igualmente. Viaja, conoce nuevos mundos, nuevas realidades, nuevas mentalidades... No todo se reduce a tu ciudad y a tu casa, aunque los orígenes son imprescindibles para comprender la personalidad de cualquiera. Sé buena persona, agrada a los demás, haz bromas, sé amable, simpático, divertido... Ofrécete para ayudar en lo posible y sé educado, porque sin duda la educación es uno de los valores más puros que hay, por encima de otras tradiciones más arcaicas. No te conformes con las pautas de la sociedad, una sociedad que matematiza y materializa en gran medida. Un mundo racionalista en el que a veces los sentimientos tropiezan por haberse perdido demasiado, porque les han hecho perderse. El estudio y el trabajo pueden ir acordes con la vocación y la felicidad, no pueden oprimir nuestra individualidad y libertad. Disfruta con la naturaleza, con la caída de las hojas de los árboles, el sonido de las olas del mar o el frío de las soleadas mañanas de enero. Lo natural es lo más pleno, lo que no ha sufrido los daños de la acción del ser humano, de nuestras equivocaciones. Te aseguro que admirando las cosas inmóviles, las que siempre permanecen en el mundo, se puede ser muy feliz: un palacio renacentista, una lejana y relajante playa gallega, una canción de El Canto del Loco, una fotografía de tus amigos y de ti mismo. Porque el tiempo pasa, pero las cosas bellas permanecen en un universo de infinidad que para nuestros ojos es agradable y satisfactorio por naturaleza.

Respeta a los demás, porque al igual que tú mismo te puedes equivocar, cualquier otro también. Uno de los principales problemas que existen es la falta de empatía, sobran el odio y el rencor. Las guerras u otras manifestaciones de violencia no deberían existir, es ridículo y lamentable llegar a esos extremos. También me enseñaron siempre que respetara las religiones, y los chistes sobre esas cuestiones me resultan de mal gusto. Pero eso es mi opinión, y lo priotario en esta vida es ser libre; libre para opinar, para actuar, para decidir. Una libertad que tiene límites, pero que al fin y al cabo es esencial para poder vivir felices. Porque la libertad solo deja de serlo cuando hacemos daño a los demás, si no es pura y perfecta. Sí, sé libre: vé a una playa nudista, rompe normas incoherentes, aléjate de cualquier estereotipo ilógico... Vive, sé tú, influído por la sociedad (como es natural) pero libre al fin y al cabo.

Ni derecha ni izquierda. Ni ateo ni muy religioso. Ni pijo ni gótico. Ni muy conservador ni totalmente liberal. Ni siempre en grupo ni siempre en soledad. Huye, huye de las etiquetas... Solo puedes ser tú mismo.

Yago Méndez.


viernes, 7 de diciembre de 2012

Mares pequeños.

Chaicle. Chanqueleta. ¿Qué dices? Calefa. Parti. Estuding. Mazo. Coru. Medriz. Raisas. Moti. Ausen. Sole. Casper. Fantas. Igno. Alone. Ni puta. Okps. Sips. ¿Quép? Queps. Yagger. Yags. Verano. Solana. Moreneo. Vivacidad. Plenitud. Jardens. Compras. Fotos. Efectos. Picassa. Instagram. Twirer. Feisbus. Tuenti. Ask. Pulsers. Cruz. Rubio. Sonrisa profident. Orzán. Muro. Mar. Olas. Espuma. Océano. Te pintaron pajaritos. Angelito sin alas. Lovumba. Pégate más. Color esperanza. Un beso y una flor. Santa María del Mar. Argüelles Shore. Maps. Bestoh. Argüeps. Riego de Agua. Ferraz. María Pita. Parrote. Torre H. Palexq. Rocco. Amura. Pepón. Cambalache. Gastoph. Anduriña. Populis. Telepizza. Cien montaditos. Málaga. Nueva York. Roma. Punta Cana. Ciudad Vieja. Plaza Mayor. Retiro. Queso. Vodka. Cama. Galerías. Duching. Noche de estrellas. Sissi. Anastasia. Aurora. Baviera. Galicia. España. Arenas. Helena. Columnas. Nauta. Arenal. Mercadona.

En Pardo Bazán no pasaba el tiempo, la linealidad temporal desaparecía en cada milésima de segundo. Un cristal roto, un baño pintado de azul oscuro. Películas, muchas películas. Extraños seres recorren un pasadizo propio de los olvidados mundos medievales, el aire se condensa. Se abre el telón, se enciende una vela. Un paseo por el boulevard, al son de armónicas melodías que saludan al Sena con alegría. Siempre nos quedará París. Una muchacha perdida, aturdida ante un extraño y fantástico mundo gobernado por la sensible y pasional bohemia cultural. Fiesta, caviar, glamour, brillo. Un paseo por lo literario, lo artístico y lo intelectual. Una huida.

Nos pasábamos todas las tardes viendo películas, como si no supiéramos que en el mundo occidental se vive muy deprisa, demasiado. Siempre estamos pendientes del tiempo, de las horas, de ir corriendo a los sitios porque llegamos tarde. Realmente no hay motivos para correr, ¿alguna vez nos hemos preguntado verdaderamente hacia donde vamos? Es Navidad, San Andrés está completamente decorada de luces y color, mientras nos dedicamos a alegrar el oído con música relajante. El frío no importa, Juan Flórez sigue cumpliendo su espléndida misión: marca el final del paseo, del camino, el límite de lo perfecto. Una calle larga, ancha, reflejo de un pasado ecléctico y burgués decimonónico. Donde los señores siguen tomando su café con leche mañanero y desde donde se vigila la hermosa inmensidad de la urbe. Bañada en agua pura, en vida.

Porque tenemos que dejar de hacer tantos planes, de ordenar tanto los placeres, de estancarnos sin saber que hacer. Vivamos cada segundo, estamos demasiado acostumbrados a echar de menos. Sin el pasado no somos nada, lo que no significa que desaprovechemos el presente... Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor, y mienten. Porque en verdad el tiempo no es nada, vivimos siempre en el presente, y eso es lo que importa. Si no hay presente, no hay pasado, y sin presente no hay futuro.

Aleja tus prejuicios, tus limitaciones, tus objetivos a largo plazo. Te aseguro que podrás ser capaz de construír recuerdos increíbles. No lo olvides.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Suma y sigue.

Sí, más vale tarde que nunca. Porque el tiempo es uno de los más acérrimos enemigos del ser humano, y a pesar de ser ya 5 de diciembre espero que el detalle sea lo que verdaderamente valga. Varios párrafos dedicados a relatar una historia con principio, pero sin final. Una crónica de altibajos, de subidones, de momentos de plena felicidad y de agobio insostenible. Pero buenos recuerdos al fin y al cabo. Hoy cumples dieciocho años, dejas de ser aquella niña pequeña que jugaba sin preocupaciones todos los meses del año, disfrutando de la brisa del mar gallego y de la caída de las hojas en otoño... ¡FELIZ CUMPLEAÑOS MARTIS!

Cómo olvidar aquel septiembre de 1998, cuando entramos como dos extraños en un nuevo e inabarcable mundo, un mundo en el que, por azares del destino o por mera casualidad, coincidimos. Coincidimos en aquella clase con nuestra querida Puri, la llamada 'Mariposa', comenzando pintando y dibujando sobre pequeñas mesitas que ya deben ser parte del recuerdo. Saltábamos y reíamos mientras el mandilón se manchaba y los juguetes que siempre llevaba a clase se perdían en las rejillas del patio. También disfrutábamos aprendiendo sobre la animada vida de la reina 'A' y el rey 'U' e imaginábamos bajo la lluvia historias que parecía que nunca terminarían. Jugamos al escondite, a la 'paloma blanca paloma negra' y aprendimos los números en inglés al ritmo de armónicas melodías. Nos reíamos con una pequeña broma y poníamos cara de asombro cuando alguien decía algo parecido a un taco...

Éramos felices, disfrutábamos con el simple sonido de una canción de Disney o con el olor a frescor de la ría que saluda al colegio. Fuimos creciendo mientras nos dedicábamos a esquivar a nuestros compañeros durante el juego del 'bulldog' en Educación Física o a pasar largas tardes en tu casa viendo 'Operación Triunfo'. La vida seguía pasando pero nosotros seguíamos ahí, juntos, año a año, mes a mes, semana a semana y día a día. Nos reímos de Xosé Carlos, Rosana, Pura, Sophie, Maité, Isabel Gutiérrez, Pilar Mingote, Marta, Pilar Pazos y otros muchos profesores, a los que luego acabamos echando de menos. Comenzamos nuestras primeras salidas por la calle Real y Palexco, para acabar pasando idílicas tardes sentados en la Plaza de Pontevedra o tomando cualquier refresco en el Boulevard. Nuestras subidas hacia Franciscanos, muy míticas, para el recuerdo. Las escapadas a Miño, otro tanto. Ralladas en el comedor los viernes, cuando el pescado era intragable y el arroz blanco no era capaz de darle algo de alegría al paladar. Momentos de felicidad cuando tomábamos el sol en las horas muertas de los recreos, cuando te iba a buscar al pasillo y nos contábamos las novedades, cuando escapábamos o nos reíamos de diferentes personas...

Por las múltiples tardes no pudiendo aguantar la risa en Helena, momentos en los que desde San Andrés te veía esperándome con impaciencia para subir a ''trabajar''. Por todas nuestras fotos, frases, recuerdos, momentos de profunda telepatía... Por haber sido mi madrina en mi graduación, mi gran acompañante en las tardes en el Orzán este último verano y una de las personas más cercanas a mí, desde siempre. Por todo lo que tenemos en común, que no es poco, y todas las diferencias, que siempre enriquecen. Porque realmente no tengo mucho más que decirte, lo de siempre... Solo recordarte que creo que he cumplido con una cosilla de hace un año ;)http://www.tuenti.com/#m=Profile&func=index&user_id=67815304&blog_page=117

Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor, que se crece con los daños y no con los años y que lo pequeño es grande día a día. Alguien me ha dicho una vez que lo bueno nunca muere si hay alguien que te lo recuerda, y tú eres una de esas personas que me recuerdan que en esta vida hay infinidad de cosas buenas por las que seguir viviendo. Ya no tenemos quince años, hemos perdido una pizca de ese espíritu irracional e idealista, pero lo que está claro es que nuestros padres han acertado en algo, pues nos han hecho el mejor regalo que se puede hacer. Nos han regalado la vida, con sus contradicciones y sus problemas, pero también con sus alegrías. Y doy gracias por haberte conocido, si no sé que nada habría sido lo mismo...

¡FELICES DIECIOCHO NUEVAMENTE! Seguirá habiendo otoños inacabables, inviernos fríos, primaveras luminosas y calurosos veranos. Las aves seguirán volando hacia donde les dirija el viento, el mar seguirá vigilando la ciudad de La Coruña y las puestas de sol nunca perderán su atractivo artístico. Eso sí, mientras todo esto siga ocurriendo los amigos verdaderos también seguirán estando presentes, en 2013, 2014 o 2099.

Feliz mayoría de edad Marta, porque aunque ya no somos niños te aseguro que ser adulto trae consigo cosas inesperadas que son capaces de aportar una enorme e indescriptible felicidad.

Y recuérdalo, siempre estaré ahí.

I love you.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Imborrable.

Un aparentemente largo pero corto paseo de quince minutos. Las gotas de lluvia se pelean por ser las más rápidas en recorrer los cristales del autobús, mientras que una gran masa de niebla cubre un cielo gris totalmente encapotado. Es diciembre, un nuevo diciembre muy parecido y muy distinto a la vez a todos los diciembres vividos. Un diciembre más, al fin y al cabo, con sus heladas mañanas en las que reluce el sol y sus espectaculares atardeceres frente al mar.

Un pasillo familiar, muy familiar, repleto de libros, carpetas, folios, mochilas y apuntes de diferentes asignaturas, objetos que podemos ver desperdigados frente a unas taquillas que habitualmente se estropeaban con facilidad. Solíamos perder la llave, amontonar miles de hojas rotas o encontrar bolígrafos que hacía mucho tiempo habían perdido su tinta... Sí, solíamos reírnos con cada tontería que pasaba entre las nueve de la mañana y las cuatro y veinte de la tarde.

Catorce años habían pasado, comenzamos jugando con pequeños muñecos allá a finales de los noventa, figuritas que por azares del destino o por mera casualidad terminaban desapareciendo en el abismo de las rejillas del recreo... El querido recreo. Un momento de inacabable diversión en el que nos dedicábamos al deleite de cualquier actividad lúdica, disfrutando de agradables y felices momentos en el antiguo pabellón cercano al Edificio de Infantil. La merienda nunca tardaba en llegar mientras nos dedicábamos a jugar con alegría en los columpios del jardín trasero, perdidos en la inmensidad de tal parcela natural. Perdidos, pero asentados a la vez.

Multitud de obras teatrales a lo largo de toda Primaria, largas carreras por el colegio en las horas de Educación Física, míticas fotos del catálogo que inmortalizaban cada clase... Una vida rutinaria, pero atractiva al fin y al cabo. Juntos aprendimos la pronunciación de las vocales, adquirimos conocimientos de Lengua mediante poemas infantiles y leímos libros con Isidoro en Tercero de Primaria. Cuidamos de los hámsters con Elvira en Quinto, competimos en las ligas deportivas contra las otras clases e hicimos viajes a San Isidro y a Oporto. Imposible olvidar el hecho de que nuestra excursión de fin de curso era siempre un paseo hasta Santa Cristina, eso sí, sin poder bañarnos...

Escuchábamos cada día los gritos de Mariajo en el comedor, la tortilla solía estar siempre desecha y el raxo con patatas nos llenaba los estómagos todos los lunes. Los viernes, por contra, el pescado y el arroz blanco eran la combinación perfecta para perder las ganas de ir a comer. Lo mejor, sin duda, era el plato combinado... ¡Cómo olvidar las colas en la cafetería durante los recreos de la mañana! Los maicitos y las patatas de bolsa conformaban un delicioso aperitivo antes de ir a la tercera clase del día. Una tradición que se repetía cada año, igual que la de sacar a escondidas el pan del comedor.

El vestuario de los chicos solía oler algo mal, las gradas quedaban vacías una vez que crecíamos y cada nueva generación ocupaba el lugar donde fumaban los mayores una vez que estos ya habían partido... Sí, desde lo alto se podían ver miles de pequeños y grandes grupos sentados en círculo frente a las vallas que saludaban a la ría. También ganamos medallas en las Olimpiadas de fin de curso, disfrutamos las canciones y los bailes de las fiestas colegiales y cantamos ''Color Esperanza'' y ''Un beso y una flor'' en la capilla. Nos quejamos del olor a granja del pabellón grande y del frío que solía hacer allí dentro en invierno. Fingimos dar mil vueltas al campo de fútbol cuando en verdad nos escondíamos detrás de la pista de hockey y nos quejamos de lo sucio que estaba el chándal después de mancharnos de tierra un día de lluvia...

Casi nos echaban de la biblioteca por hablar alto, nos escaqueábamos de clase para ir a Geli aunque no estuviera en la enfermería y nos escondíamos continuamente de los vigilantes del recreo(smoking)... Nos quejamos de muchísimos profesores e idolatramos a pocos, pero terminamos añorando a todos ellos, incluso a aquellos a los que habríamos matado si hubiéramos podido. Los últimos años estábamos cansados de volver a empezar, de la misma historia de siempre, de no conocer nada nuevo... Pero no nos dimos cuenta de que cuando nos marchamos echando algo de más, terminaremos regresando por echarlo de menos. Porque igual que a cada promoción, a todos nos ha pasado lo mismo... Volvemos.

Volvemos, aunque solo sea en los recuerdos, en la nostalgia, en la añoranza de un pasado que aunque nunca volverá, tampoco tendrá nunca un final. Santa María:

Desde, por y para siempre.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Escapando.

Le digo hola al ayer. Le digo hola a esas noches en las que te quejabas de que terminaba el agua caliente de la ducha. A esas noches de lectura de libros de Historia y de repaso de antiguas fotografías. Noches de películas míticas, de conversaciones inacabables, de charlas sobre la vida, la familia, la política y la religión. Tardes de tranquilidad plena escuchando la musicalidad de los ángeles, el continuo andar por las comerciales calles del centro y el ruido amable de los transeúntes del Corte Inglés. Las perlas de la corona seguían brillando a pesar de cierta decadencia en el entorno.

El mundo era un lugar bello, una pequeña pero gran burbuja iluminada por el sol. Un hogar decimonónico, que había visto ante sus ojos el paso de los años del crecimiento de la burguesía urbana, del caciquismo de la Restauración, de la jerárquica dictadura de Primo y de la convulsa República. La casa seguía en pie cuando los españoles luchábamos entre nosotros, cuando Franco tomó el control del país y cuando Adolfo Suárez alegraba con su carisma las otoñales tardes de los años 70, sonriendo ante la televisión. Todo seguía igual, la gente caminaba con calma por las principales calles y el mar regalaba a cada individuo un soplo de frescura y felicidad. Nada cambiaba, todo seguía eterno e inmutable, como si nada tuviese fin y todo fuera un largo e infinito círculo de felicidad. De interminable felicidad.

Invierno. Primavera. Un espléndido y caluroso verano de animada diversión en las noches de la Feria Medieval, en las tardes paseando ante el Castillo de San Antón y en los legendarios días de relajación en la Hípica. Sol, agua, columpios, helado Mini Milk y una larga y calentita ducha. Rutina refrescante, cada día es igual pero diferente al anterior. Luego llegamos a casa, 'Barrio Sésamo' está puesto en la televisión y a veces nuestros juguetes desaparecen del parque. Los árboles, de todos modos, vigilan la zona, mientras 'Había una vez un circo' suena como banda sonora de la película. Vajillas de otros tiempos nos saludan con nostalgia, pudiendo ver por la ventana a fantasmas del pasado, que observan con asombro la armonía de los antiguos muebles castellanos. Sobre ellos vemos antiguas series como 'Amar en Tiempos Revueltos'. 'La Princesa Cisne' es un filme que ameniza las tardes en Panaderas después de repasar Matemáticas de 2º de Primaria, a la espera de un fugaz y deseado viaje a la capital de España. He aquí la parada hacia el colegio, que varía de lugar según avanzamos en el tiempo: la Marina y Linares Rivas. Diferentes perspectivas, diferentes épocas: mismo sitio.

Es Navidad. El comedor congrega a todos y cada uno de nosotros mientras no paran de sonar bellos y melódicos villancicos. Entramos en la biblioteca del Rosalía y viajamos hasta un lejano Paseo Marítimo mientras la música no para de sonar. Los días entre el 24 de diciembre y el 6 de enero parecen alargarse, conformando un período de extraña pero atractiva infinidad. Fuegos artificales reflejan la llegada de los Reyes Magos de Oriente, mientras el Ayuntamiento y demás instituciones nos regalan estéticos y luminosos Belenes. Los centros comerciales también se apuntan a decorar sus paredes de brillantez navideña. Siguió, sigue y seguirá siendo siempre así.

Siempre. Porque todo se termina menos los recuerdos.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Volver.

Puede que fuera un sueño, pero yo sé que te veía. Volvía a verte. Después de tanto tiempo, como si nada hubiera ocurrido. Te alegrabas de mi situación, de mi elección... Pensabas que había hecho lo correcto, que había volado a mis anchas, que me había atrevido a dar un salto grande, pero intenso. Algo que siempre te había gustado, que era parte de tu estilo de vida, de tu forma de ser. Te sentías cómoda. Yo más bien me alegré de volver a verte, de volver a hablar contigo, de volver a tener tu presencia.

Miedos. Pesadillas. Esas pequeñas pero dramáticas cosas también han estado presentes aquel día, pues la vida también tiene su parte negativa, lo sabemos. Pero lo importante es que todo volvía a la normalidad: los muebles del salón seguían colocados en su sitio de siempre, el mar seguía vigilando las ventanas de la galería y a las 23:00 de todas las noches seguías leyendo el periódico, después de haber tomado por la tarde un cortado descafeinado en el ahora Café Central. Ella seguía saliendo hasta las dos de la mañana, mientras que Él jugaba
a cualquier videojuego después de haber salido todos juntos a dar un tranquilo y relajante paseo por la ciudad. Lo que parecía haber perdido su eternidad salía de su tumba para colocarse en una nube inacabable, una pequeña pero magnífica nube que se dedica a susurrarle día y noche secretos al sol y a la luna. Secretos interminables.

Es 15 de noviembre, una fecha que cada año ha tenido su especial significado. No importa que ya casi sea invierno, el aire frío desaparece de nuestras percepciones cuando se junta con la belleza veraniega de un brillante y majestuoso sol. Seguimos tomando el sol, como si los límites de las estaciones se disiparan y el mar y el cielo azul conformaran un paraíso sencillo, cálido, acogedor, un ambiente pequeño pero generador de grandeza sin igual. Sumerjámonos en el mar, un océano verde azulado que conforma un círculo sin final, una burbuja de plena felicidad, un espacio que no entiende el paso del tiempo ni diferencia entre lo vivido y lo que nos queda por vivir. Es todo un oasis de calma, de lejanía y cercanía a la vez. Indescriptible pero irremplazable, increíble pero real. Una realidad que se nos escapa al despertar, que reaparece al volver a nacer. Una sensación que desaparece al morir, pues dejando de soñar dejamos de vivir.

Dulces sueños.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Puede.

Puede que mis ojos no sean azules, que mi pelo no sea rubio y que carezca de prominentes músculos y abdominales. Puede que mis dientes no sean todo lo blancos que deberían ser, que mi piel no sea lo suficientemente suave o que mi frente no tenga un tamaño perfecto. Puede que no sea nada alto, que me encorve a veces al caminar y que mis brazos sean demasiado delgados. Sí, parece que nunca podría alcanzar la belleza clásica ideal, pero no puedo pasarme toda la vida lamentándome por ello. 

Es probable que mi voz sea bastante extraña, que muchas veces hable demasiado o que gesticule en exceso. Puede que no muestre atención por algunos aspectos básicos de la vida y no siga los parámetros generales de mi mismo sexo, que preste demasiada atención a la ropa o que me obsesione un poco con tomar el sol en verano. Puede que me rechaces por desviarme bastante de la norma general, que te haya defraudado en tus esperanzas sobre como soy, que te esperaras que fuera diferente. Puede que no te gusten muchas cosas de mí por el simple hecho de que no son comunes a otras personas que conoces y que has conocido.

Eso sí, aunque no saque las mejores notas y suspenda algunos exámenes, soy capaz de enseñarte mucho de la vida. Capaz de darte conversación en los mejores y peores momentos, capaz de sonreír cuando es muy difícil hacerlo o capaz de preguntarte continuamente por tu estado de ánimo. Capaz de ayudarte cuando lo necesites y de hacerte recordar sensaciones inolvidables, de acompañarte a dar largos paseos inacabables, de sacar miles de irrepetibles fotografías o de hacerte reír hasta que salga el sol. Soy capaz de crear buenos momentos, de disfrutar cada segundo de los días. Capaz de hacerte vivir.

Puede que en general no te guste como soy, pero lo único que sé es que seguiré siendo así, y nunca nadie podrá conseguir que cambie. Nunca

martes, 30 de octubre de 2012

¡FELIZ CUMPLEAÑOS! ❤

FELICIDADES MON AMOUR. 

Hoy es martes, 30 de octubre de 2012. El tiempo transcurre muy rápido, demasiado rápido... La verdad es que no me puedo creer lo veloz que vuela, insaciable, insensible, oprimiendo nuestra más bella y sincera libertad. Pero es así, y es lo que hay... No podemos luchar contra él, y debemos tener en cuenta que si el tiempo no pasase la vida carecería de atractivos.

Hace ya tres años y medio que nos reencontramos, cuando todavía eras una pequeña niña de trece años. Parece mentira, pero ya han pasado tres años y medio desde aquel 21 de marzo de 2009, un día que nunca olvidaremos y que siempre, siempre, querremos recordar con alegría, con felicidad plena. Porque aunque todo ha cambiado enormemente la esencia de la vida sigue siendo la misma: en el mundo sigue habiendo amaneceres, los niños siguen jugando en los parques y las gaviotas nunca dejan de volar hacia parajes olvidados. En otoño las hojas siguen cayendo de los árboles y La Coruña sigue tan bonita como siempre: el mar sigue transmitiendo a la ciudad una pizca de belleza sin igual, un pedacito de infinidad indescriptible. Así fue, así es y así será siempre.

Todas esas pequeñas cosas nunca cambiarán, y solo disfrutándolas conseguiremos alcanzar la más gratificante de las alegrías. Pero hay otros detalles que sí que cambian, que sí que han sufrido y sufren continuas modificaciones: nuestra amistad, como bien sabes, ha ido evolucionando progresivamente con el tiempo, y la verdad es increíble que a estas alturas de la vida sigamos siendo tan amigos, pues no sé tú, pero una de las cosas que más separa a las personas es la distancia. Y es que es en los momentos en los que dos personas están separadas cuando te das realmente cuenta de la realidad, de la existencia o no de sentimientos de cariño, de compenetración, de simple y desinteresada amistad. Porque es después de mucho tiempo, de pasar los mejores y peores años de nuestras vidas, la siempre complicada y contradictoria adolescencia, cuando realmente vemos quienes somos, a donde queremos ir... A quien queremos querer, a quien queremos. Después de no vernos en dos meses me doy realmente cuenta de la falta que me haces, de lo que te echo de menos y de lo mucho, mucho que te quiero.

La vida sigue, cual cuento inacabable, y el año que viene cursarás 1º de carrera y yo cursaré 2º. Puede que estés en Madrid, puede que no. Puede que la vida se nos haga más monótona, que sigan muriendo antiguas ilusiones en nuestros corazones y que a veces tengamos ganas de escapar a ningún sitio. También puede que disfrutemos con el simple olor de una colonia, con un tranquilo paseo bajo el sol o con un pequeño aperitivo mañanero. ¡Quién sabe! Vivamos el presente, el momento. Un momento en el que no estamos juntos físicamente, pero te aseguro que lo que más vale en esta vida es el poder de lo sensible, de las emociones no materiales. ¡Y qué importa no tenerte a mi lado! Te quiero, y eso basta.

Felices diecisiete Marina. Puede que te haga un regalo más acorde con la importancia de nuestra amistad, pero como acabo de decir hace unas líneas, considero que los detalles no materiales valen más que cualquier asunto meramente económico.

¡QUÉ UNA VEZ MÁS, FELICÍSIMO CUMPLEAÑOS QUERIDA






jueves, 25 de octubre de 2012

No soy de este mundo.

Volver a esa nube, a ese cielo, a esa luna. A ese mar cristalino donde el sol se refleja cada mañana, a ese lago alejado que acaricia las flores de aquel pequeño valle. Volver a esos montes, a esos ríos, a esas pequeñas dunas. A ese bosque lejano custodiado por ancianos y verdes cipreses. A ese océano repleto de arrecifes de corales, de olas gigantes y marineros perdidos. De islas desiertas y barcos hundidos.

Ya es otoño de nuevo, las aceras están repletas de hojas y en los parques se respira frío, mucho frío. Una sensación bella, parecida a la de mirar con nostalgia al puerto de la ciudad. Desde la ventana de aquel hogar, de aquella casa decorada en azul, verde y blanco. De día era un lugar vacío, pequeño, carente de atractivos. De noche se convertía en cuna de la sociedad, en paraíso de las melodías, de las risas, de los sueños. Todo cambiaba, se tornaba colorido, hermoso, brillante, increíble. No era el mundo que todos conocemos, era un mundo ideal. Se juntaban muchas cosas, esparcidas por el universo infinito y enlazadas por una cadena de indescriptibles sentimientos. Irremplazable, inalcanzable.

Cinco años. Seis. Siete y Ocho. Nueve, diez, once, doce. Trece. Todo cambia. Catorce, quince. Felicidad plena, alegría inolvidable. Dieciséis. Crisis existencial, subidas y bajadas, emociones. Diecisiete, recuperaciones, innovaciones, creatividad. 18. Nadie sabe que ocurrirá, que nos deparará la vida. Volver atrás, reencontrarse de nuevo. Con ella, con él. Con todo. Con cada respiro, cada palabra, cada minuto. Con cada sonrisa.




Volver, solo volver.


jueves, 18 de octubre de 2012

Y qué.

Sí, puede que me acueste tarde todas las noches, que la mayor parte de mi ropa sea de Inditex y que la música comercial me acompañe cada minuto de mi vida. Puede que la comida que más engorda se convierta en mi más dulce manjar, y que la bebida menos sana que existe me acompañe cada noche del fin de semana. Puede que me fije muchísimo más en personas bellas que en feas, y que el reggaeton sea el mayor pasatiempo de la noche. Puede que el cotilleo sea el más fiel amigo de cualquier monótona tarde, o que reírse de chonis y canis sea, sin duda, lo más fantástico del día. Puede que haya momentos en los que broncear mi piel y dar un paseo por la playa sea lo más gratificante. Puede que tarde mil horas en lavarme los dientes, la cara o el cuerpo. En hacer desaparecer de mi rastro las siempre odiadas, despreciables y anti-estéticas ojeras. Puede que lo superfluo no sea tan poco trascendental en la vida... La naturaleza, en sí, es lo más hermoso que existe por el simple hecho de no ser útil. Los ríos, los lagos, los árboles o las montañas se alían con la más hermosa creación humana que existe: el arte. Se alían con la música, la pintura, la literatura, el cine o la moda. Naturaleza y arte, belleza y brillantez.

Puede que solo me alegre con una simple sonrisa, o me entristezca con un incómodo silencio. Es probable que haya días en los que solamente necesite mirar al cielo, y observar el mar. Que solo necesite escuchar una historia, un relato... Viajar a un lugar perdido y a un tiempo pasado.


Es posible que el simple hecho de dejarme llevar por los sentidos me haga infinitamente feliz. Puede que no necesite moverme de un radio de 20 kilómetros cuadrados para poder alcanzar un indescriptible paraíso. ¡Y qué si soy un hedonista! No hace falta plantearse continuamente metas y objetivos, llegará un momento en el que el futuro le ganará la batalla al presente, y habrás perdido cosas que nunca jamás volverán. No lo permitas...


Sueña

jueves, 4 de octubre de 2012

Enorme.

Edificios interminables, rascacielos inacabables, avenidas que parecen no tener fin. Un delicado olor a cristalino e infinito océano atlántico, un mar tranquilo e inmenso a donde las olas no han querido o no han podido llegar. Ya ha amanecido, y el claro cielo azul se presenta acompañado de un sol radiante e invernal, que ilumina cada esquina de cada calle y deja su caluroso impacto en las mejillas de cualquier transeúnte. 

Pequeñas y grandes porciones de humo vuelan por el aire de la Gran Ciudad, consecuencia tanto del arte de fumar un cigarrillo como del frío aliento de cualquier individuo. Es noviembre, y bufandas y gorros se erigen como principales prendas para resguadarse de las gélidas temperaturas que marca el invierno neoyorquino.

Alegoría de la libertad, reina de los hombres. La Gran Manzana se encuentra defendida por su musa más leal, que pese al paso del tiempo conserva con entereza su penetrante mirada hacia el horizonte. Su expresión no es ni de simpatía ni de frialdad, si no de firmeza y claridad. Ha dedicado toda su vida a la defensa de la característica más importante del ser humano, y qué mejor manera de hacerlo que observando fijamente el gigantesco océano. Es una mirada de reflexión, de atención, totalmente desligada de autoritarismos represivos. Ella vigila el mar con libertad, pues no existe en el universo un lugar más libre que el océano. 

Nueva York queda atrás, a poca distancia y situado en un enclave privilegiado. Sus universales rascacielos compiten en belleza con la hermosura natural del pulmón de la urbe, el extenso y mundialmente conocido Central Park. Todas las nacionalidades del mundo confluyen en las largas avenidas del principal centro cultural y social que existe en la actualidad. La antaño pequeña villa decimonónica, que apenas era conocida por las principales potencias de la época, se ha convertido indudablemente en un enclave de referencia internacional.

Desde lo más alto del Empire State solo se respira paz y una indescriptible y maravillosa sensación de perfecta plenitud. Sigue haciendo mucho frío, pero el sol cegador se dedica a calentar las rojizas narices de los turistas y conciudadanos. El mar está al fondo. La estatua lo preside. Suena la música y se cierra el telón.

Y ahora es cuando me pregunto si puede haber en el mundo algo mejor que todo esto. Bienvenidos a América. No, mejor dicho, bienvenidos a Nueva York

martes, 25 de septiembre de 2012

Perdidos.

Conozco un lugar lejano y a la vez cercano, un lugar que quizá hayas pisado o que quizá no. Un paraje solitario y repleto de gente. Un prado, una playa, una calle desierta. Una nube en el cielo, una estrella brillante, un sol decadente. Un misterioso precipicio hacia el abismo.

He comenzado una lucha que creo que tardaré en terminar, pues desde tiempos inmemoriales los hombres han participado de tal épica, valiente y difícil hazaña. ¿Cuándo entenderán los racionalistas que nuestro rico mundo no sería quien es sin la sin duda indescriptible, hermosa y enorme fuerza del musical mundo sensorial?   Y no debo remitirme únicamente a lo auditivo, pues los conceptos más bellos que podemos apreciar los encontramos también en los restantes sentidos que pueblan y dan forma al extenso universo del ser humano. 

Y es que el poder de la lógica no ha sabido adentrarse en ese mundo en el cual la concepción que tenemos del espacio y el tiempo desaparecen totalmente. Un lugar donde el cuerpo y la mente se desligan, se separan, buscan individualmente su propio camino. El cuerpo, reflejo de un hedonismo y artificio capaces de satisfacer a las más dulces pasiones del hombre, reposa profundamente liberando de su estructura a la verdadera esencia de cada personalidad. El alma huye, vuela libre sobre el mar, se adentra en lugares perdidos, lejanos, irreales. 

Para los apegados a la razón, que suelen superar la fina línea entre lo admisible y el dogmatismo exacerbado,  este hecho tendrá su clara y matemática explicación, totalmente inmutable e inmóvil. Para un servidor, el viaje por otros mundos supone un ejercicio de desafío, de revolución, de libertad en el sentido más exacto de la palabra. Sí, un ejercicio de apasionada libertad. 

Solo los autócratas son capaces de reprimir sus principales características humanas al coartar un concepto demasiado inherente a nuestra naturaleza, que no es otro que la espléndida libertad. Y no olviden, pues, que aquel que extermina a la libertad humana no hace más que aniquilar a los sueños.

Recuérdenlo, sin libertad no se puede soñar. 

sábado, 18 de agosto de 2012

Gaviotas.

Comenzando, finalizando, esperando un maravilloso viaje. Sin restricciones, sin reglas, sin órdenes. Un largo viaje, no fácil, pero sí recomendable. Sobrevolando ciudades, campos, ríos, lagos. Sobrevolando mares. Viajando por encima de lo real.

Recorriendo kilómetros, superando obstáculos. Atravesando la fina línea entre lo convencional y el libre albedrío. Huyendo hacia parajes deshabitados, hacia épocas remotas, hacia escondidos y lúgubres castillos. Huir, sí, esa es la palabra. Escapar del tiempo presente, pues dicen que todas las épocas pasadas son mejores. Quizá tengan razón. Quizá no.

Jaulas de oro, prisiones de algodones. Salones aparentemente acogedores, pero cargados de momentos trágicos y desalentadores. Bello por fuera, decadente por dentro. Es el momento de romper lazos con el orden establecido, con la comodidad tradicional. Es el momento de escapar.

Árboles centenarios, animales exóticos, flores en pleno renacer primaveral. Relajantes olas que se disputan el dominio del mar con la calma. Una isla perdida, desierta. Una pequeña nube, un sol cegador. Lluvia. Frío. Mucho frío. Naturaleza viva, un paraíso de ensueño. Es tierra sin dueño, no hay límites con cualquier otra nación. Ciudadanos del mundo.

Melodía para los oídos, suavidad para el tacto, perfume para el olfato, belleza para la vista, dulce para el gusto. Tranquilidad plena, anulación del tiempo, desaparición de las preocupaciones. Un cúmulo de indescriptibles y subjetivas percepciones. La infinidad reina y gobierna. Vuelan gaviotas.

  

miércoles, 8 de agosto de 2012

Living the life.

Chocolate. Frappé de fresa del Starbucks, o del Vecchio. Un cielo claro y soleado, sin atisbo de nubes. La inmensidad del mar. Sonrisas. La suave melodía de ''Payphone'' (Maroon 5). Polo azul marino de Ralph Lauren, talla S. Pantalones cortos beige, de Pull and Bear. Converse blancas y alpargatas azules. Es verano. Pulseras de cuero, relojes de plástico, piel ligeramente bronceada. Risas. Cotilleos. Fotografías, películas, series de televisión. Amigos. La familia. Cumpleaños, diecisiete dieciocho años. Una coca-cola en el Amura, una cenita en Cambalache. Un paseo cerca de la Maestranza, un recuerdo de la Hípica. Un chupito de tequila. Un atardecer.

Un libro sobre la realeza decimonónica; la corte británica, el lujo imperial ruso. Recordando ''La Cenicienta'', ''101 Dálmatas'' o un cómic de ''Mortadelo y Filemón''. Amando España, su idioma, su historia, su cultura, sus tradiciones. Galicia y su paisaje, sus playas, sus bosques, su clima. La Coruña, la ciudad más bonita del mundo. Un poema de Bécquer, de Espronceda. Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno. Un cuadro de Miguel Ángel, un palacio barroco, un traje de dandy inglés. Nueva York, Roma, París, Madrid. Europa, América. Una ayuda a los pobres, un canto de esperanza, una pizca de alegría, de optimismo.



Vivir.

sábado, 4 de agosto de 2012

Dicen que cuanto más lejos te vas de un lugar querido, más lo echas de menos. Cuanto más tiempo estás fuera de casa, más la extrañas. Que aún las veces en las que te hartas de tu hogar, cuando te aburres y sientes que necesitas un cambio... Aún en esos momentos permanece en el alma una pizca de olor a recuerdo, de sabor a antiguo, de aroma a nostalgia. Un sentimiento de proximidad, de cercanía, de plenitud. La belleza en todo su esplendor.

Un paseo para recordar. Edificios, muchos edificios de diferentes épocas. Un horizonte inacabable, un océano sin fin. Rincones, recovecos, caminos, callejones. Una gran cantidad de materia aparentemente fría, sin atractivo humano. Sí, es solo apariencia. Es un indescriptible paseo marítimo, el más largo de Europa, que conecta las atractivas y animadas calles coruñesas con magníficas y abarrotadas playas urbanas. El Milenium, Riazor, el Orzán, la Casa del Hombre, el Aquarium, las Lapas, la siempre viva y nunca olvidada Torre de Hércules, San Amaro, la Hípica, el dique de abrigo, el castillo de San Antón, la Solana, el Parrote, la Marina.

Un sinnúmero de nombres, de monumentos, de centros sociales, de playas, de simple pero enigmática tierra gallega que esconde tras de sí una historia interminable, milenaria, mítica... Un pasado legendario, fruto de las narraciones orales, alimentado de tradiciones que en origen se mezclaban con lo divino y sobrenatural. Un paraíso perdido, oculto para los ojos de los mortales más mediocres y sencillos, abierto para aquellos aventureros que ambicionan superar la barrera entre lo superficial y lo profundo. Una ciudad solo visible para los soñadores, para los que saben que detrás de lo meramente sensible se encuentra algo grande. Maravilloso.


lunes, 23 de julio de 2012

I am loving it.

Me gusta el chocolate, la bollería, las patatas, el filete de pollo, el queso... La comida en general. De beber coca-cola, fanta y zumo de naranja, sin olvidar el vodka, el bakardi y el licor 43. Lo olvidaba, necesito mascar chicle después de comer. Amo dormir sin despertador, sumergirme en el mar y tomar el sol dentro y fuera del agua. El moreno es muy estético, sienta genial. Ducharse después de la playa es algo fantástico. ¡Que sí, que adoro el verano! También me gusta escuchar música pop y reggaeton, y combinar la ropa. Sí, la ropa, otro placer. Parecido al de viajar, conocer nuevos lugares, pasear por nuevas calles, observar bellos monumentos... Sí, me gusta andar, ¿por qué no? Otra afición mía es la historia, con sus batallitas, sus excéntricos y divertidos personajes, sus contradicciones y pequeños detalles... También me gusta escribir, y dejé extrañamente de pintar hace tiempo, no sé, cosas que pasan(?). También me gusta leer, sobre actualidad, history... O simplemente sobre la ''idílica'' vida de los famosos. Amo las comedias españolas, como ''La que se avecina'' o ''Aída'', y la verdad no me atraen nada las series americanas. De pequeño disfrutaba con cualquier dibujo animado, leyendo ''Mortadelo y Filemón'' o viendo ''Los Simpson''. Me gusta hablar, entablar conversaciones con mis amigos, conocidos, compañeros y familiares, reírnos de tonterías, recordar viejos tiempos... Creo que me intento guiar por el bien, una fuerza humana que nos ayuda a actuar positivamente día a día.

Sí, me gusta la vida. Está hecha de este tipo de pequeñas cosas, cosas que crean algo grande.

sábado, 21 de julio de 2012

El ser humano está acostumbrado a cansarse muy pronto de la monotonía de sus días, de una rutina desprovista de ilusión y motivación. Nos cansan las canciones, los lugares de ocio, las series de televisión, la ropa... Incluso nos cansan las personas. Nos cansan sus defectos, sus manías, sus continuos errores... Nos cansamos hasta de nosotros mismos.

Entre toda esta triste realidad se encuentra una palabra superior a sentimientos tan desalentadores y pesimistas. Es la palabra ''amistad''. Un amigo es aquella persona en la cual pesan más las virtudes que los defectos, alguien con quien puedes estar en cualquier lugar, pues no te vas a aburrir. Alguien con quien puedes hablar de mil y un temas de conversación, tanto superfluos como profundos.

Alguien con quien los silencios, que suelen escasear, nunca son incómodos. Alguien con quien se pueden compartir las cosas bellas de la vida, como una simple comida, una canción, una película, un libro, una anécdota, una risa, un baño en el mar, una fotografía, un viaje... Todo ciertamente.

Recuerda que un amigo no es una persona perfecta, pero sí puede ser la persona perfecta para ti.




lunes, 11 de junio de 2012

Carpe diem.

Puedo afirmar que la rapidez con la que todo ha cambiado estos últimos años ha afectado a un sinnúmero de personas de edades similares a las de un servidor. Pensábamos que no íbamos a ver como esa atractiva e inexplicable belleza desaparecía en mil pedazos, pedazos difíciles de recomponer como si de un sencillo e infantil puzzle se trataran. Pero el tiempo ha vuelto a poner las cosas en su lugar, según un sabio dicho, y en el corazón y el alma de un joven cansado de la vida vuelven a estar presente la inquietud e ilusión por disfrutar de las más hermosas sensaciones naturales.

También dicen que después de la tormenta viene la calma, que lo importante es apreciar lo bello de la vida y que de las cosas malas se aprende. Dicen mucho y sienten poco, o viceversa... La gran mayoría la forman los que dejan a un lado el prudente pensamiento y se ahogan en un mar de sentidos capaz de provocar en ellos fuertes sentimientos de dramatismo interior. Y es que a pesar de ser lo más importante, las sensaciones humanas no deben olvidarse del enorme poder de la razón, capaz de garantizar el justo orden que todos necesitamos. Pero esa es otra historia...

Lugares deshabitados, reflejos de un pasado tan esplendoroso como patético. Tiempos pretéritos repletos de contrastes. Nadie se ha preocupado de buscar nuevos lugares, nuevas emociones e ideales. Muchos aceptaron que aquel mágico mundo propio de las historias de Disney había muerto para siempre, sucumbiendo al cansancio de la desilusionante rutina que ellos mismos habían creado y a los excesos de un racionalismo que se había alejado demasiado de lo sentimental. Muchos creyeron que la esencia de la vida era alcanzar una meta, dejando a un lado los efímeros pero importantes instantes que componen nuestra existencia. El tiempo vuela señores, no podemos dejarlo pasar.

Pocos privilegiados se dieron cuenta de que son las pequeñas cosas la base de todo lo bueno, pues no podemos olvidar que por suerte o por desgracia estamos claramente determinados por el continuo y rápido paso del tiempo. Que hay muchas cosas capaces de hacernos disfrutar, detalles que nos sumergen en una relajante nube atemporal en la cual lo malo ha desaparecido totalmente. Carpe diem, sin duda.

Los viernes no son un simple paso hacia un sábado basado en el mero consumo de alcohol durante la madrugada y a un vacío y deprimente domingo. No son un día más marcado por el intensivo estudio de unas asignaturas que apenas provocan la más mínima satisfacción vital. Son más que eso, son días en los que las preocupaciones semanales desaparecen, en los que te acuestas tarde porque sabes que no tendrás que madrugar, en los que la palabra ''estudio'' no está presente porque, al final y al cabo, el cerebro necesita relajarse.

Pocas personas podrán presumir de haberse pasado la mayoría de los viernes de un curso como 2º de Bachillerato sentados en las lujosas sillas de la cafetería Rocco de los Cantones Village. Días de frío tomando un caliente y agradable café con leche al lado de la mejor compañía, al lado de aquellas personas a las que se puede llamar ''amigos''. Tardes al son de lentas y antiguas canciones en las que el tiempo se ha detenido, en las que el bien, cual fábula tradicional, le ha ganado la batalla al mal.

Dicen que es difícil poner por escrito aquello que se siente, pero volvemos a caer en la falacia de seguir a rajatabla los muchos dichos que proliferan en nuestro entorno. Una carcajada frente al mar de Coruña, rodeado de plateados y dorados muebles y tras contarle a tus amigos las peripecias de cada semana colegial, puede ser descrita con toda su carga emocional. Mascar un dulce chicle de fresa tras tomar un refrescante vaso de coca-cola es otro de los pequeños placeres que encontramos en una cafetería ricamente decorada, reflejo de una ciudad donde lo estéticamente bello está presente en muchos de sus rincones.

¿Para qué queremos más?

sábado, 28 de abril de 2012

Nunca pensamos que llegaría.

Clases de geo en las que Taber nos manda callar. Risas máximas en inglés las últimas horas de los viernes. Cómodas conversaciones en latín aparentando que hacemos algo. Entretenidos debates en lengua que amenizan los minutos y las horas. Clases de filo en las que recuperamos el sueño perdido. Carcajadas en gallego a raíz del apellido ''Cácamo''...

Podría seguir escribiendo y escribiendo, pues desde el 16 de septiembre ha habido demasiados buenos momentos, multitud de pequeñas anécdotas que han hecho que 2º de Bachillerato fuese un curso llevadero dentro de lo que cabe. He pasado casi catorce años de mi vida en el colegio, y la verdad es que este último año ha sido uno de los mejores, por no decir el mejor. Sin la existencia de muchas personas esto no habría sido posible, así que doy las gracias a todos los que han sabido hacerme disfrutar en la etapa más agobiante de nuestra vida académica.

Gracias, 2ºC, por haber conseguido alegrarme en cada instante, en cada momento... He vivido diez meses a vuestro lado y a la mayoría de vosotros os conozco desde siempre, aunque este año ha sido realmente excepcional. Gracias a vosotros me llevaré allá a donde vaya un grato recuerdo de este singular colegio llamado Santa María del Mar.

Y no solo doy gracias a mi clase, si no a muchas personas que también han aportado algo para este difícil año transcurriera de la mejor manera posible.

GRACIAS. Un placer haber navegado con ustedes.

martes, 17 de abril de 2012

Por España.

Un país caracterizado por la permanencia dos inmaduros frentes ideológicos, que en lugar de juntar sus esfuerzos colectivos se dedican a desprestigiarse mutuamente, provocando que el sentimiento de unión patrio no esté presente en el conjunto de los ciudadanos. Donde el tópico de las dos Españas no es tan tópico, pues en casi cuarenta años no hemos conseguido superarlo. Una nación que se ampara en los nunca aconsejables extremismos políticos, simplificando la libertad de pensamiento y favoreciendo la aparición de posturas intolerantes y autoritarias. Un país donde la derecha tiene que ser monárquica y la izquierda antipatriótica. Donde unos utilizan la bandera rojigualda y otros la tricolor, por no olvidar a los defensores de la del águila de San Juan. Donde unos escuchan la Marcha Real y otros defienden el Himno de Riego. Donde se tilda de fachas a los que muestran públicamente su amor por la patria. Donde se profundiza en las heridas del pasado, echando continuamente leña al fuego en lugar de aprender de los errores. Un país dividido, en definitiva... Un país que dista de otras naciones en la que sus habitantes, por encima de la diversidad de opiniones (claramente rica y respetable) sienten como su natural individualidad encuentra su más pleno y esencial sentido en un concepto histórico, cultural, lingüístico y social llamado país. Nación, tierra... Un concepto llamado patria.

¿Es esta la imagen que queremos de nuestra España? Un país donde nadie defiende sus símbolos y donde echar la culpa a los demás y faltar el respeto a las opiniones ajenas está a la orden del día. Deberíamos replantearnos la situación, porque quizá nuestro día a día actual no difiere mucho de la crisis moral que hace poco más de un siglo asolaba nuestra más querida tierra. Sí, me estoy refiriendo a la crisis del 98, aquel acontecimiento tan criticado por notables escritores como Unamuno, Baroja o Valle-Inclán, que probablemente sea similar a lo que está ocurriendo hoy en día.

Quizá es hora de protagonizar una nueva regeneración. Ahora más que nunca, por encima de todas nuestras diferencias... Plus ultra.

 ¡Por España!

lunes, 16 de abril de 2012

Huir.

Cosas que se acaban. Que nunca volverán. Desaparecen con el paso del tiempo, con el fluír de los ríos. Se desvanecen en la fría espuma del mar.

Y puede que yo sea como uno de esos románticos decimonónicos que huyen de un mundo en el que la sentimentalidad individual tiene que luchar contra el poco atractivo poder de la razón. Es posible también que yo sea como uno de esos poetas modernistas que se refugian en la gloria de épocas pasadas y en un rico mundo sensorial y colorista, repleto de imágenes de joyas, castillos y palacios. Puede que no esté preparado para afrontar una realidad fría y monótona, siendo la muerte la última vía de evasión de un mundo donde lo bello nunca encontrará su más profunda y apasionada plenitud.  

Eso sí, hay algo claro: sin la vida nada sería posible. Lo bueno, los sueños, las aspiraciones, los anhelos... Son el resultado de una existencia, de una experiencia vital, de un camino temporal. Sin la imperfecta vida nada existiría, pues aunque nos permitiríamos el lujo de desconocer lo pernicioso tendríamos la mala suerte de no disfrutar de lo hermoso. No olvidemos que aunque la vida nos golpea con lo malo también nos sorprende con lo bueno. La vida es la vida. Es decir, lo es todo.

lunes, 2 de abril de 2012

¡Bienvenidos!

Mucho calor. Demasiado. Ni un atisbo de fresca y estimulante brisa estival se aprecia en el interior del lugar. Asfixiante pero atractivo. Bello.

Madera blanca. Azul, verde, naranja: coloridos cristales que saludan al indescriptible mar coruñés desde un cuarto piso. Una estampa enigmática, una imagen costera, marítima. Un hogar entrañable y ambicioso a la vez. Único.

Solo una original galería decimonónica funciona como entrada de la clara luz solar y del reconfortante aire coruñés. No hay más vanos en la casa que expulsen al sofocante bochorno interno... Únicamente un tímido patio. Es una morada antigua, singular, brillante.

Tras la original galería podemos observar un majestuoso comedor constituído por un armónico conjunto de elegantes muebles castellanos, el cual ha funcionado como centro de reunión familiar a lo largo de más de medio siglo. Los pedestales encierran numerosas obras de porcelana de Sargadelos, ejemplo del más puro arte cerámico de nuestra siempre querida y admirada Galicia.

Los techos del magnífico comedor y de la moderna sala de estar se encuentran adornados por elegantes lámparas de araña, lámparas que no serían nada sin el recuerdo de unas románticas y luminosas velas. Cuadros, fotografías, libros de historia y grandes obras de la literatura universal componen un espacio que ha ido evolucionando de mera residencia de la adinerada burguesía a escenario de la vida de nuevas generaciones actuales... Jóvenes influidos por una apasionante y contradictoria libertad, a menudo alejada de un indiscutible y universal orden natural. 

¿Y el resto de la casa? El espíritu de nuevas épocas ha configurado un nuevo marco hogareño, caracterizado por la simpleza decorativa y bastante alejado del barroquismo de antaño. ¿El resultado? Sería aventurado afirmar que la belleza ha desparecido, pero no podemos negar que resulta menos atractivo que la inigualable parte antigua del edificio.

Hogar, dulce hogar. 

jueves, 29 de marzo de 2012

Una vez en un sueño.

Paseando por atractivos y nostálgicos rincones.
Un lugar inaccesible para el común de los mortales.
Hay que subir escalones.

Subir, andar, caminar, correr, esperar.
Buscando ideales que son eso, ideales. 
Pero nos hacen felices. 

¿Podéis esperarme? ¡Yo también quiero ir!
Escapan como si un guardia les persiguiera. Como si hubieran hurtado. 
Bajan después de que yo haya subido. Ridículo. 

Siempre he querido estar ahí. No sé por qué. 
Te he encontrado pequeña. ¡No huyas!
Bajaron la rampa, ¿tú también te vas? 

Les he perdido de nuevo.
¡Oh! He llegado a otro lugar. Sublime. Si no estuviera asqueroso.
Solo hay basura por toda la calle. ¡Deplorable! No hay más que suciedad.

¡Allá están! Me pregunto si sintieron la porquería del ambiente.
Lo dudo, creerán que es algo normal.

El mar está cerca. Siempre lo ha estado. 
Y ahora, ¿dónde estoy? Nadie lo sabe.
Extraños monumentos andantes.
Me rodean, no entiendo.

Asquerosidad irracional. Monstruosidad sin igual.
Belleza relativa.
Plenitud.
Círculos cíclicos.
Incertidumbre.
Extraño placer.

Un sueño.

sábado, 24 de marzo de 2012

Por encima de lo real.

Un cambio con respecto al pasado. Ruptura e innovación. Un lugar repleto de vegetación urbana. Con bancos y personas.
Hasta ahí lo verídico. ¿Y todo lo demás? Comienza donde acaban mis pies.

La caja china encierra la más sentida y maravillosa sonrisa. Hay huecos para la soledad dentro un espacio en apariencia infinito. Tiempos olvidados que han regresado para reactivar la esencia de algo que ya no debería existir. Algo que realmente ha desparecido, pero solo realmente. Fantasiosas fantasías que otorgan al ambiente una extraordinaria e inexplicable belleza, solo conocida a través del inabarcable y atractivo poder sensorial.

Nieva. El aire se desprende de la realidad dejando espacios vacíos donde nadie gobierna y la nada permanece. El solitario ambiente no es más que el resultado del continuo movimiento de la naturaleza, del cual sin duda es partícipe el ser de los seres. La transformación de su aparato auditivo en un destacado ornamento animal supone una asombrosa e increíble novedad. Un ciervo. Quizá un reno. Una sorprendete evolución.

Pero de pronto ese indescriptible mundo desaparece entre las sombrías tinieblas de lo desconocido, dejando paso a un universo quizá más complejo e incomprensible. Un nuevo y complicado mundo.

domingo, 18 de marzo de 2012

Algo más que una ciudad.

Las magníficas vistas desde los naturales jardines de la Maestranza. Nuestros sensibles ojos son capaces de observar un pedacito de tierra firme al otro lado del mar. Pero solo un poco... ¡Ya no es Coruña!

Coruña, el mar. Coruña y el mar, el mar y Coruña. Sería imprescindible una cosa sin la otra. Lo más bello está ante nosotros, ¿para que queremos más? Una fría pero agradable brisa impregna el ambiente diurno. El sol permanece en lo alto calentando los más recónditos y amplios rincones de la ciudad. Marzo o Agosto, la sensación es la misma. ¡Increíble!

Ella es una de las mejores compañeras del calor coruñés. La Solana, hogar de miles de ciudadanos que se deleitan con el agradable bronceo de sus cuerpos y un tranquilizante baño en la piscina, finalizando con el disfrute de una relajante y placentera ducha. El castillo de San Antón, su gran antiguo y carismático vecino, vigila las atractivas y azuladas aguas que casi convierten a La Coruña en una exótica y singular isla antlántica.  A su lado la moderna y elevada torre de control, la coloquialmente llamada ''torre H'', visible desde numerosos rincones de la urbe y puerta de uno de los más largos caminos que nos acercan hacia un deseado e inalcanzable horizonte: el dique de abrigo.

Continuemos paseando ante uno de los más fascinantes puertos de la siempre marítima y enigmática tierra gallega. Cada poco tiempo un enorme y exhuberante transatlántico se asienta en suelo coruñés, movido por la sana curiosidad de admirar la belleza de una hermosa ciudad como la nuestra. A su lado Palexco, espacio reservado a niñas que desean desprenderse de sus quince años y a jóvenes sin pelo a los lados que han decidido permanecer en dicha edad. Dentro Amura y Rocco, espléndidas cafeterías que congregan a la mayor parte de la juvenil sociedad coruñesa, convertiéndose a la llegada de la noche en agradables y lujosos centros de ocio y diversión. ¡Grata felicidad!

Al otro lado de la ciudad, la playa del Orzán y su consiguiente paseo marítimo conectan con el puerto coruñés gracias a la calle Real, constantemente animada y repleta de gente de todas las edades. Sobre todo de chiquillos de catorce años, familias y mayores. Las calles de San Andrés y Zalaeta no impiden llegar a la playa coruñesa por antonomasia, cuyo sano y agitado mar provoca sentimientos de dicha y satisfacción en el corazón de los más felices adolescentes. Cerca podemos ver unas singulares y originales columnas, vecinas del Matadero y puerta trasera del antiguo barrio de Monte Alto. Columnas decoradas por los pinceles de jóvenes y reivindicativos graffiteros que han encontrado en ese lugar un espacio para plasmar su innegable talento artístico. Poco queda ya para finalizar nuestro camino por algunas de las más importantes e imprescindibles zonas que componen el marco urbano de nuestra querida Marineda.

Poco queda.

viernes, 9 de marzo de 2012

Simplemente verano.

Puedo afirmar alegremente que el día se presenta sin ninguna sola nube en el cielo. Ha amanecido con un brillante y majestuoso sol, estrella de las estrellas. ¡Qué felicidad! Y pensar que algo tan simple y natural como la viva imagen de la luz puede determinar el estado de ánimo de cualquiera... Yo mismo no escapo de ello.

El olor a crema nivea de protección 25 (ideal para no quemarse) y el pegajoso tacto del más infalible bronceador (un inacabable aceite de coco) impregnan cada momento de cualquier día estival. ¡Quién podría borrar los largos paseos ante la playa y los tranquilos reposos esperando a que el sol caliente cualquie tipo de juvenil piel! Nadie que se haya sumergido en un mundo que no es el nuestro, un idílico paraje natural donde los peces son sus habitantes y los arrecifes de coral sus jardines.

Un espacio creado para proporcionar a los corazones humanos las más intensas y contradictorias sensaciones. ¡Imposible comparar el profundo movimiento de un oscuro mar embravecido con la monótona calma de un tranquilo oceáno recién despierto! Ningún ser humano ha podido a lo largo de la historia dominar el hechizo de hundirse en el más relajante universo que puebla la tierra. Es como escapar hacia un lugar desconocido.

Decían los románticos que había mil maneras de huir de la melancólica existencia, siendo la muerte el culmen de los cúlmenes. El espíritu de un joven rebosante de amor hacia el exótico y azulado mar ha visto en este lugar la verdadera forma de evasión de un mundo que no quiere ni puede aceptar tal y como es.

La playa, lugar deseado y ansiado para marineros y piratas, conforma el final de un camino que hemos recorrido sintiendo en nuestro cuerpo el espíritu del agua más reconfortante. Hemos llegado a nuestro objetivo, un espacio bañado por una blanca y fina arena que es la protagonista tanto de los más recónditos desiertos africanos como de las más lujosas playas hawaianas.

Sol, playa, mar... Verano. ¿Qué más se puede pedir?

martes, 28 de febrero de 2012

Toda una vida.

En el horizonte se observaba un decadente sol más propio del atardecer que de la fría y solitaria mañana. Aún así, la imagen del anaranjado cielo parecía ser símbolo de alegre luminosidad. Reflejo de como se sentía en ese momento.

No podía olvidar que era viernes por la tarde. El tétrico lunes era todavía una imagen confusa de algo que tardaría en llegar. La vida se componía de bellas imágenes que parecían demasiado reales: todavía tenía que pasar mucho tiempo para comprender que era una invención del subconsciente. Y es que la vida se basa en eso, en crear innumerables sueños a partir de una melancólica verdad.

El colorido de las faldas de las colegialas, la brillantez de sus castellanos del Corte Inglés y el olor a piruleta de fresa constituían el marco urbano de esas quinceañeras tardes. Fotografías que representan los buenos momentos de almas jóvenes, inocentes y felices. Salir, pasear, charlar... El tiempo es oro y los instantes se pierden, muriendo en el abismo de lo fugazmente efímero. Aprovechar cada segundo es la solución más institiva e inteligente; en definitiva, la mejor.

Sábados cargados de caminatas por el centro histórico de la ciudad: toda la tarde, desde el frío del ocaso solar hasta la llegada de una monótona pero atractiva oscuridad nocturna. Las calles principales de la urbe son recorridas por las pisadas de adolescentes ilusionados que han dedicado su tiempo a actividades basadas en el mero disfrute de lo simple, de lo natural y sencillo.

Nuevos centros de reunión: nuevas cafeterías, nuevos pubs, nuevas discotecas. Tener casi dieciséis años y desear pisar la latino del alejado Bosque. La ilusión de importalizar los momentos en unos poco saludables y calurosos Jardines. Soñar con comerse el mundo, planificando tontos pero mágicos proyectos. ¿La principal función? Ocupar gratamente el tiempo en existir, podría decirse.

Gente de diferentes pero a la vez similares colegios. Nuevas plazas donde pasar el rato, nuevas marcas de jerseys, nuevos y diferentes amigos; continuos cambios de moda en general. La imagen de una vida, de toda una vida.

¿Una mentira? No culpen a un inexperto individuo. No culpen a nada ni a nadie en general. Mentira o no, es el reflejo de una feliz realidad.

viernes, 24 de febrero de 2012

Cuéntamelo otra vez.

Éramos el reflejo de una decadencia generacional. Eso sí, el frío brillaba por su ausencia y relucía un alegre sol que iluminaba todos los rincones del lugar. No parecía casual que la oscuridad estuviese reservada para las juveniles noches coruñesas: todavía no eran mi mundo. Y puede que tampoco lo sean ahora. O sí.

Costaría diferenciar esas tardes estivales de cualquier mañana de antaño. ¿Años cincuenta o siglo XXI? Porque en las fotografías el color alegraba los ojos de cada persona, que si no no habría grandes contrastes. Lo importante es que la alegría estaba presente en cada segundo, segundos marcados por el salpicar del agua dulce y la suave arena blanca. El mar formaba parte de tan idílico paraje, funcionando cual fondo de un cuadro del Cinquecento. Verde azulado y calmado, sugería una sensación de ármonica estabilidad. ¡Quién podría olvidar tanta dicha acumulada!

Lo pequeño a veces es grande, y lo grande pequeño. Agradable sensación la de retornar a ese perfecto mundo, donde le daba vergüenza bailar en Carnaval y donde jugaba con sus amigos cerca del cristalino Océano. Donde aprendió a nadar y a crear sus propios sueños. Porque si algo nunca morirá son los sueños, pues son quienes saben arracar la tristeza a la desdichada realidad.

Volver, solo volver. Nada es lo mismo ni volverá a serlo. Pero tampoco se borrará lo que fue. Y es que la vida es eso, son recuerdos. Es todo lo experimentado. Todo lo vivido, todo lo caminado.

sábado, 11 de febrero de 2012

Yomímeconmigo.

¿Qué es la felicidad? Algo demasiado abstracto y personal. Te diré lo que es para mí:

Preparar ilusionadamente un elaborado disfraz para Carnaval. Elegir uno entre un millón de trajes para lucir en fin de año. Comprar nuevos y coloridos bañadores poco antes del comienzo de la temporada estival. Reírme en clase con mis compañeros y morirme a carcajadas con mis amigos. Bañarme en el mar Atlántico un caluroso día de agosto. Pasarme una tarde de invierno mirando las novedades de Zara, Pull and Bear y Bershka. Sentir la satisfacción de haber aprobado un examen con buena nota. Comer un plato de patatas bonilla tras haber saboreado ocho onzas de chocolate con leche. Recordar el pasado con nostalgia sonriendo ante los buenos momentos. Escribir. Profundizar acerca de nuestra historia contemporánea universal. Conocer la evolución de La Coruña e investigar mi pasado más cercano. Pasear por la calle Real, aunque ya no se lleve tanto. Salir todos los sábados de noche pero sin dejar de estudiar lo necesario. Intentar ir al Amura aunque nadie quiera. Publicar nuevas entradas en mi blog personal. Tomar una coca-cola en el Rocco mientras improviso mi propio vocabulario (''chempre cum''). Cenar un sábado en el Populis o en Gastoph para luego beber en el Tortoni. Conectarme diariamente al tuenti escribiendo nuevos estados y tablones. Mascar una media de cinco ''chaicles'' diarios, como mínimo. Nadar entre diez y veinte largos semanales en la Hípica o en la Solana. Tomar el sol para que el blanco de mi piel se convierta en un dorado anaranjado. Hacerme fotos a mí mismo y al paisaje urbano y natural que me rodea. Sentir el frío de una soleada mañana de enero. Escribir mil tweets en twitter. Combinar la ropa de manera diferente cada día. Reflexionar sobre el sentido de la existencia. Soñar despierto pero siendo consciente de los límites de la realidad. Recordar, olvidar, proyectar, saltar, gritar... ¡Volar!

Para mí, felicidad es disfrutar de la vida, porque no hay nada más importante que eso, y es necesario aprovechar cada insignificante segundo. ¿Carpe diem? ¿Por qué no?

miércoles, 1 de febrero de 2012

Una página en mi vida. Finales del 2009, principios del 10.

Todavía huele a verano. Sólo quedan unos días para que la estación más calurosa del año finalice. Sí, es septiembre, un mes que morirá como todos los años en menos de dos semanas. El calor continúa y la sensación de volverse a poner el uniforme se torna extraña. Aunque agradable. Usar, más o menos, la misma ropa todos los días... es cómodo al fin y al cabo, ¡no hay que pensar tanto qué llevar! Pero no siempre igual, un día con un jersey de pico, otro día con la propia sudadera santamariense (que se pone y se deja de poner de moda continuamente) u otra prenda que no tiene nada que ver con el propio uniforme. Aún recuerdo cuando Pilar Pazos nos quitaba ese tipo de ropajes impropios de los cursos del colegio, sólo válidos, ''oficialmente'', en primero y segundo de Bach. Sí, ese último curso en el que estoy ahora. El tacto, el olor.... el sentir una clase nueva, tercero, cuarto de la ESO... Nuevos y locos profes, la mezcla típica de compañeros en clase, malos y buenos rollos... Las amigas de siempre: Marta, Andrea, Eva, Luisa, Killa... Laura que yo no está, también Elena e Isa, Raquel y Lucía que entraron nuevas el año pasado, Lourdes, Marta Ramos... ¡Por todos los que se fueron y llegaron! Un sinnúmero de momentos, buenos y malos.

El pantalón gris carhartt todavía no se ha estropeado del todo, y la verdad no sé que zapatos llevar. ¿Victorias azules? En la actualidad no me las pondría ni de ajo... Para mí tendrían que ir acompañadas de cordones. De aquella los llevaba sin. Estoy acordándome de que tenía los náuticos rotos, pero siempre cundían. Si no, algún tennis de los de casa, tipo nike imitación por aquel entonces. Collarcito, a lo cani ahora... ¡Qué tiempos!

Los fines de semana, salir, salir, salir. Los jardens todavía no existían, sólo la Rosaleda y para mayores. Lo importante, la pepón, un importante centro de reunión. Los viernes era obligado ir allí, estar, comer pipas, hacerse fotos, saludar, pasear... Quizá un paseo hasta la plaza de Vigo, aunque la etapa de esplendor de esta última fue cuando iba en 3º, 2008-2009. Palexco casi solo cuando llueve. Todos somos amigos de todos, hasta llegar a criticarles. Es normal, tenemos catorce-quince años. Pronto surgirían el Playa y el Pirámide, después de una época marcada por las fiestas semiprivadas del Bhudda a las que no se podía ir. ¡EL BOSQUE ERA IMPENSABLE! Qué recuerdos cuando, en 2º de la ESO, ansiaba ir a Pirámide pero era muy tarde porque era horario 8.30-11! Yo intenté ir de 8.30 a 9 (sólo me dejaban hasta esa hora con trece-catorce) pero no valía la pena (poco tiempo y, sobre todo, vergüenza).

¿Estudiar? Eso no existía en mi mundo, apenas. Hacía lo mínimo, no me interesaba. Las asignaturas, las más fáciles. Letras puras en cuarto, un no hacer nada. Aún así, acababa aprobando. El inglés flojeó siempre, y en la informática gané un suspenso en la primera evaluación por vaguear.

Las tardes de viernes y sábados no son nada sin ir al Boule, el café-bar por excelencia de la ciudad (Plaza Pontevedra-Riazor). Lo que hacer cuando no hay fiestas, lo que hacer cuando se quiere bajar tras pasar por la enigmática Pepon. La máquina de tabaco habla para todos los adolescentes, y les dice: ''compra, compra''. Demasiada gente, vida social en definitiva.

Nunca morirá.

¡Qué frío hace! Menos mal que nos espera la calefacción en clase, una clase en la que nos pasamos los días haciendo dictados y problemas de sumas y restas. Una clase en la que leemos un libro en conjunto, en la que nos contamos anécdotas de nuestras vidas, en la que practicamos obras de teatro. Todos somos los protagonistas, la vida gira en torno a nosotros. ¿Jugar? A eso nos dedicamos: jugamos en el patio, en clase, en casa... Jugamos riendo, aprendiendo, saltando, gritando, riendo. Jugamos preguntando: ''¿cómo te llamas?'' o ''¿en que curso vas?''. Pero sobre todo jugamos afirmando: ''¿quieres venir conmigo?''.

Jugamos dibujando, escribiendo, estudiando. Jugar, soñar... Quizá no haya tanta diferencia. En el tercer recreo merienda: pan y chocolate, ¡sí! Nada nos puede hacer más felices. ''¡Tú la llevas!'' te dicen, e intentas encontrarles. Dejan su energía en el escondite; tú también lo haces, no te engañes. Sonríes; de manera natural te dedicas a sonreír. Creas mundos irreales que ocupan tu mente. Inventas infinidad de divertidas historias. Besas a quien quieres y escapas de quien quieres escapar. Tienes novia y dos mejores amigos (también dos mejores amigas). Te identificas y los identificas con tus héores... Héroes que ves en la tele, porque ves mucha tele, mientras desayunas y después de que Mami te vaya a recoger a la parada de bús... Ves los Simpson, Doraemon, Xabarín Club, Sin Chan, Dragon Ball, Pokémon, la Banda del Patio, Scooby Doo, los Picapiedra... Te sabes las películas de Disney, de pe a pa. También lees cómics: Mortadelo y Filemón, 13 Rúe del Percebe y Zipi y Zape. Comentas en la fila del comedor tus programas y libros favoritos. Después de aprender a multiplicar y tras hacer los deberes, vas a natación tres veces a la semana: nadas mucho, lo intentas... ¡Quieres ser el primero en llegar a la meta! Vives. Eres feliz. Quizá nunca vuelvas a serlo... ¿O quizás sí?.

miércoles, 11 de enero de 2012

Huele a mar.

Pero a mar de Coruña. Es un olor suave, verde y fresco. Huele a alegría, a vivacidad, a verano. La arena impregna las plantas de los pies de las gentes. Adolescentes de quince años pasean mostrando sus cuerpos bronceados. Catorce de agosto, dos mil nueve. ¿Qué importa el año, la fecha, la hora exacta? Sólo diré que son las siete de la tarde; falta poco para que el sol se ponga y no se vislumbra ninguna nube en el cielo. Orzán, querido Orzán: cuna de recuerdos imborrables. Eres la imagen de una etapa esplendorosa, de una vida feliz. Momentos inolvidables entre el sol, el agua y la arena. He de decir que no hay un mar tan puro como el tuyo, un mar Atlántico sin fin... Un océano que parece que nunca, nunca, se acaba. Puedo observar el horizonte y no veo final. El azul del cielo y del mar no deja indiferente a los que pasean ante la playa urbana de la ciudad. La suave melodía de ''I'm yours'' susurra sensaciones agradables a los oídos de los jóvenes, que caminan cercanos al muro para que el sol caliente sus rostros y puedan ir al kiosko de las cuartas a comprar chuminadas... Es verano, no hay que estudiar y el hambre ruge dentro de las tripas cual gato enfurecido.

¿La receta para ser feliz? ¡La he encontrado!

No es oro todo lo que reluce.

Miraba por la ventana y solo veía caras. Rostros de personas agobiadas que dedicaban su tiempo a trabajar. Nacer para trabajar y trabajar para vivir. Ese era el destino de todos, incluido el mío; un futuro que se tornaba demasiado lejano para ser verdad.

Como cualquier otro niño, me dedicaba al simple disfrute de las pequeñas cosas de la vida, intentando escapar del aburrimiento que producía la práctica de las responsabilidades futuras. Recuerdo que amaba los ricos manjares que nos traía Ella y realizar largos paseos a caballo por el jardín que rodeaba nuestro hogar. Creo recordar que eran días soleados y primaverales, días caracterizados por un calor abrasador, solo soportable gracias a la presencia de una rica vegetación silvestre. En la soledad de mi mundo interior realmente me sentía diferente.

No puedo olvidar tampoco aquellos días grises en los que el palacio bien podía parecer una fría cárcel de piedra, si no fuera una majestuosa edificación de estilo neoclásico. Tener la sensación de ser prisionero de esas paredes tapizadas de oro no es algo para nada envidiable.

Todavía me sigo preguntando como debe vivir un ciudadano común, alguien que posee la capacidad de poder decidir por sí mismo sin tener que pensar prioritariamente en la prosperidad de su pueblo.

Una infancia entre algodones.

Creo que me resulta algo difícil describir el olor a una extraña pero a la vez atractiva sustancia. Un olor a cloro veraniego, algo que mi olfato ha sentido mientras me encuentro tumbado en la toalla sobre las empapadas baldosas que rodean ese gran espacio llamado piscina. Parece increíble como ha cambiado mi percepción acerca de tan simple lugar, que en mi más remoto mundo representa un amplio conjunto de múltiples sensaciones. Un lugar enorme que, confirmado por los tristes ojos de la realidad, no es más que una pequeña parcela repleta de un agua entre dulce y salada. Otro mundo diferente en el que sumergirse e imaginar, para poder salir más tarde a disfrutar de la alegría de un sol cuya exposición siempre ha sido poco recomendada por los llamados médicos. Es verano, no cabe duda, y el calor de un transparente líquido chorreante empapa el espíritu de un niño que disfruta de la más agradable ducha post-baño. La merienda se erige como alimento necesario a las siete de la tarde, para después dedicarse al reconfortante arte de jugar en los columpios situados sobre la fina y blanca arena del parque. Columpiarse para volar y seguir soñando, intentando escapar de unos límites que se terminan tornando reales en el momento en el que el cuerpo del pequeño muestra un mínimo de interés por ascender hacia lo más alto. Reír, volar, soñar, vivir... El tobogán significa ese ansia por huir de una meláncolica y pasiva quietud para adentrarse en el riesgo de caer rápidamente hacia abajo... ¡Pero para luego volver a subir! El mar vigila con claridad esta estamapa acomodada de múltiples sensaciones sin igual, la consecuencia de la forma de pensar y sentir de un alma individual que se ampara en su propio y profundo subjetivismo infantil.