sábado, 18 de agosto de 2012

Gaviotas.

Comenzando, finalizando, esperando un maravilloso viaje. Sin restricciones, sin reglas, sin órdenes. Un largo viaje, no fácil, pero sí recomendable. Sobrevolando ciudades, campos, ríos, lagos. Sobrevolando mares. Viajando por encima de lo real.

Recorriendo kilómetros, superando obstáculos. Atravesando la fina línea entre lo convencional y el libre albedrío. Huyendo hacia parajes deshabitados, hacia épocas remotas, hacia escondidos y lúgubres castillos. Huir, sí, esa es la palabra. Escapar del tiempo presente, pues dicen que todas las épocas pasadas son mejores. Quizá tengan razón. Quizá no.

Jaulas de oro, prisiones de algodones. Salones aparentemente acogedores, pero cargados de momentos trágicos y desalentadores. Bello por fuera, decadente por dentro. Es el momento de romper lazos con el orden establecido, con la comodidad tradicional. Es el momento de escapar.

Árboles centenarios, animales exóticos, flores en pleno renacer primaveral. Relajantes olas que se disputan el dominio del mar con la calma. Una isla perdida, desierta. Una pequeña nube, un sol cegador. Lluvia. Frío. Mucho frío. Naturaleza viva, un paraíso de ensueño. Es tierra sin dueño, no hay límites con cualquier otra nación. Ciudadanos del mundo.

Melodía para los oídos, suavidad para el tacto, perfume para el olfato, belleza para la vista, dulce para el gusto. Tranquilidad plena, anulación del tiempo, desaparición de las preocupaciones. Un cúmulo de indescriptibles y subjetivas percepciones. La infinidad reina y gobierna. Vuelan gaviotas.

  

miércoles, 8 de agosto de 2012

Living the life.

Chocolate. Frappé de fresa del Starbucks, o del Vecchio. Un cielo claro y soleado, sin atisbo de nubes. La inmensidad del mar. Sonrisas. La suave melodía de ''Payphone'' (Maroon 5). Polo azul marino de Ralph Lauren, talla S. Pantalones cortos beige, de Pull and Bear. Converse blancas y alpargatas azules. Es verano. Pulseras de cuero, relojes de plástico, piel ligeramente bronceada. Risas. Cotilleos. Fotografías, películas, series de televisión. Amigos. La familia. Cumpleaños, diecisiete dieciocho años. Una coca-cola en el Amura, una cenita en Cambalache. Un paseo cerca de la Maestranza, un recuerdo de la Hípica. Un chupito de tequila. Un atardecer.

Un libro sobre la realeza decimonónica; la corte británica, el lujo imperial ruso. Recordando ''La Cenicienta'', ''101 Dálmatas'' o un cómic de ''Mortadelo y Filemón''. Amando España, su idioma, su historia, su cultura, sus tradiciones. Galicia y su paisaje, sus playas, sus bosques, su clima. La Coruña, la ciudad más bonita del mundo. Un poema de Bécquer, de Espronceda. Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno. Un cuadro de Miguel Ángel, un palacio barroco, un traje de dandy inglés. Nueva York, Roma, París, Madrid. Europa, América. Una ayuda a los pobres, un canto de esperanza, una pizca de alegría, de optimismo.



Vivir.

sábado, 4 de agosto de 2012

Dicen que cuanto más lejos te vas de un lugar querido, más lo echas de menos. Cuanto más tiempo estás fuera de casa, más la extrañas. Que aún las veces en las que te hartas de tu hogar, cuando te aburres y sientes que necesitas un cambio... Aún en esos momentos permanece en el alma una pizca de olor a recuerdo, de sabor a antiguo, de aroma a nostalgia. Un sentimiento de proximidad, de cercanía, de plenitud. La belleza en todo su esplendor.

Un paseo para recordar. Edificios, muchos edificios de diferentes épocas. Un horizonte inacabable, un océano sin fin. Rincones, recovecos, caminos, callejones. Una gran cantidad de materia aparentemente fría, sin atractivo humano. Sí, es solo apariencia. Es un indescriptible paseo marítimo, el más largo de Europa, que conecta las atractivas y animadas calles coruñesas con magníficas y abarrotadas playas urbanas. El Milenium, Riazor, el Orzán, la Casa del Hombre, el Aquarium, las Lapas, la siempre viva y nunca olvidada Torre de Hércules, San Amaro, la Hípica, el dique de abrigo, el castillo de San Antón, la Solana, el Parrote, la Marina.

Un sinnúmero de nombres, de monumentos, de centros sociales, de playas, de simple pero enigmática tierra gallega que esconde tras de sí una historia interminable, milenaria, mítica... Un pasado legendario, fruto de las narraciones orales, alimentado de tradiciones que en origen se mezclaban con lo divino y sobrenatural. Un paraíso perdido, oculto para los ojos de los mortales más mediocres y sencillos, abierto para aquellos aventureros que ambicionan superar la barrera entre lo superficial y lo profundo. Una ciudad solo visible para los soñadores, para los que saben que detrás de lo meramente sensible se encuentra algo grande. Maravilloso.