jueves, 18 de octubre de 2012

Y qué.

Sí, puede que me acueste tarde todas las noches, que la mayor parte de mi ropa sea de Inditex y que la música comercial me acompañe cada minuto de mi vida. Puede que la comida que más engorda se convierta en mi más dulce manjar, y que la bebida menos sana que existe me acompañe cada noche del fin de semana. Puede que me fije muchísimo más en personas bellas que en feas, y que el reggaeton sea el mayor pasatiempo de la noche. Puede que el cotilleo sea el más fiel amigo de cualquier monótona tarde, o que reírse de chonis y canis sea, sin duda, lo más fantástico del día. Puede que haya momentos en los que broncear mi piel y dar un paseo por la playa sea lo más gratificante. Puede que tarde mil horas en lavarme los dientes, la cara o el cuerpo. En hacer desaparecer de mi rastro las siempre odiadas, despreciables y anti-estéticas ojeras. Puede que lo superfluo no sea tan poco trascendental en la vida... La naturaleza, en sí, es lo más hermoso que existe por el simple hecho de no ser útil. Los ríos, los lagos, los árboles o las montañas se alían con la más hermosa creación humana que existe: el arte. Se alían con la música, la pintura, la literatura, el cine o la moda. Naturaleza y arte, belleza y brillantez.

Puede que solo me alegre con una simple sonrisa, o me entristezca con un incómodo silencio. Es probable que haya días en los que solamente necesite mirar al cielo, y observar el mar. Que solo necesite escuchar una historia, un relato... Viajar a un lugar perdido y a un tiempo pasado.


Es posible que el simple hecho de dejarme llevar por los sentidos me haga infinitamente feliz. Puede que no necesite moverme de un radio de 20 kilómetros cuadrados para poder alcanzar un indescriptible paraíso. ¡Y qué si soy un hedonista! No hace falta plantearse continuamente metas y objetivos, llegará un momento en el que el futuro le ganará la batalla al presente, y habrás perdido cosas que nunca jamás volverán. No lo permitas...


Sueña