viernes, 16 de noviembre de 2012

Escapando.

Le digo hola al ayer. Le digo hola a esas noches en las que te quejabas de que terminaba el agua caliente de la ducha. A esas noches de lectura de libros de Historia y de repaso de antiguas fotografías. Noches de películas míticas, de conversaciones inacabables, de charlas sobre la vida, la familia, la política y la religión. Tardes de tranquilidad plena escuchando la musicalidad de los ángeles, el continuo andar por las comerciales calles del centro y el ruido amable de los transeúntes del Corte Inglés. Las perlas de la corona seguían brillando a pesar de cierta decadencia en el entorno.

El mundo era un lugar bello, una pequeña pero gran burbuja iluminada por el sol. Un hogar decimonónico, que había visto ante sus ojos el paso de los años del crecimiento de la burguesía urbana, del caciquismo de la Restauración, de la jerárquica dictadura de Primo y de la convulsa República. La casa seguía en pie cuando los españoles luchábamos entre nosotros, cuando Franco tomó el control del país y cuando Adolfo Suárez alegraba con su carisma las otoñales tardes de los años 70, sonriendo ante la televisión. Todo seguía igual, la gente caminaba con calma por las principales calles y el mar regalaba a cada individuo un soplo de frescura y felicidad. Nada cambiaba, todo seguía eterno e inmutable, como si nada tuviese fin y todo fuera un largo e infinito círculo de felicidad. De interminable felicidad.

Invierno. Primavera. Un espléndido y caluroso verano de animada diversión en las noches de la Feria Medieval, en las tardes paseando ante el Castillo de San Antón y en los legendarios días de relajación en la Hípica. Sol, agua, columpios, helado Mini Milk y una larga y calentita ducha. Rutina refrescante, cada día es igual pero diferente al anterior. Luego llegamos a casa, 'Barrio Sésamo' está puesto en la televisión y a veces nuestros juguetes desaparecen del parque. Los árboles, de todos modos, vigilan la zona, mientras 'Había una vez un circo' suena como banda sonora de la película. Vajillas de otros tiempos nos saludan con nostalgia, pudiendo ver por la ventana a fantasmas del pasado, que observan con asombro la armonía de los antiguos muebles castellanos. Sobre ellos vemos antiguas series como 'Amar en Tiempos Revueltos'. 'La Princesa Cisne' es un filme que ameniza las tardes en Panaderas después de repasar Matemáticas de 2º de Primaria, a la espera de un fugaz y deseado viaje a la capital de España. He aquí la parada hacia el colegio, que varía de lugar según avanzamos en el tiempo: la Marina y Linares Rivas. Diferentes perspectivas, diferentes épocas: mismo sitio.

Es Navidad. El comedor congrega a todos y cada uno de nosotros mientras no paran de sonar bellos y melódicos villancicos. Entramos en la biblioteca del Rosalía y viajamos hasta un lejano Paseo Marítimo mientras la música no para de sonar. Los días entre el 24 de diciembre y el 6 de enero parecen alargarse, conformando un período de extraña pero atractiva infinidad. Fuegos artificales reflejan la llegada de los Reyes Magos de Oriente, mientras el Ayuntamiento y demás instituciones nos regalan estéticos y luminosos Belenes. Los centros comerciales también se apuntan a decorar sus paredes de brillantez navideña. Siguió, sigue y seguirá siendo siempre así.

Siempre. Porque todo se termina menos los recuerdos.