miércoles, 1 de mayo de 2013

Viva la vida.

Otro día más. Otro días más, igual o similar al anterior, monótono, rutinario, en el que las horas, los segundos y los hábitos son los mismos, sin cambios, sin novedades. Otro día más, pero igualmente otro día rebosante de sonrisas, de felicidad, de alegría y carcajadas. Porque gracias a algunas personas cada minúsculo minuto se convierte en un momento inolvidable, en recuerdos repletos de una belleza imperecedera. Simples personas que, no siendo nada del otro mundo, consiguen hacer que este mundo parezca mejor de lo que es. 

Preciosos paseos. Él le enseñaba cada calle, cada rincón, cada lugar en el que había transcurrido el último año de su vida. Sus sueños se habían cumplido, y por fin pudo ver como su mano derecha se acaba de instalar en la capital, iniciando aquel viaje que doce meses antes Él había comenzado. Se perdieron por las callejuelas, por los recovecos más recónditos de todo el centro de Madrid. Se quejaron de la incomodidad del metro, de la inmensidad de la urbe, de sentirse hundidos en un inacabable océano desde el que no se vislumbraba atisbo de tierra firme. Pero ante todo se sentían felices, el uno junto al otro. 

Miedo a que el ahora sea un triste ayer, a que lo que eran bellas flores se conviertan en malas hierbas. Ellas le vieron, y los cuatro actualizaron sus vidas. Parecía que habían regresado a un universo extraño, encerrado en una alejada nube que ya no vigilaba los mismos parajes de antaño. Pero los sentimientos eran los mismos, los mismos nervios, el mismo gusanillo. Las mismas estúpidas pero increíbles sonrisas. Y luego vino otra persona, parecía un ángel que se había escapado de Dios sabe donde. Una voz familiar, pero poco conocida. Alguien cercano, pero lejano a la vez. Amor e incertidumbre. Un regreso, una resurrección. Lo único verdaderamente claro es que todo había cambiado... Nunca sabremos si fue para mejor, pero el poder de los más profundos sueños algún día nos resolverá todas nuestras dudas. 

Y aunque ahora digo adiós, siempre se vuelve. Cada inicio es un final, cada muerte es una vida y cada sí es un no. Porque donde sonó un olvido, se escribió un recuerdo