jueves, 21 de febrero de 2013

Dónde.

Lloraba. Se sentía solo, triste,
alejado de aquel mundo de luces.
Él ya no estaba, llevaba tiempo sin estar.
Mucho tiempo.

Sobresaltos, sorpresas, irrepetibles sensaciones.
Se había marchado un rato, nadie le echaba en falta.
Nadie.
Solamente necesitaba volar un poco.

Dio un salto hacia el cielo, mezcló sentimientos,
unió a personas, rió, gritó, volvió y se escapó.
Escapó y volvió, soñó. 

Todo había cambiado. Estaba escrito, estaba claro.
La única forma de volver.
La única forma de guardar.
Único. 

Intentaba reírse del tiempo, luchar contra el mundo.
No lo entendía, pero no importaba. 
Y qué. Era feliz. 

Las cosas parecían seguir su ritmo natural.
Ellas, juntas.
Ellos, iguales.
No hay transformaciones.

Pero es un paraíso. Hay ayer, y hay novedad. El mañana, dulce.

Vámonos.

viernes, 8 de febrero de 2013

Dreams.

Conversaciones inolvidables, risas inacabables, bromas repletas de inocencia, de afinidad, de chispa. Personas, divertidas, agradables, sonrientes, llenas de vitalidad pero vulnerables al vacío, a la incertidumbre, a los malos recuerdos, a los momentos de tristeza. Personas, almas individuales, algunas con una alta capacidad de autosuperación y otras que se resignan al disfrute de los aspectos más básicos de la vida. Se acomodan en una nube cercana, lo que nunca les traerá problemas pues no necesitan subir más, realmente son felices gracias a una tranquilidad ciertamente estable. Otros, por el contrario, necesitan seguir ascendiendo hacia nuevos parajes, hacia nuevos entornos paradisíacos, lugares que quizás solo sean un idílico reflejo de una realidad algo más turbia. Pero solo quizá.

Fuego. Una insólita imagen, un vago recuerdo, un déjà vu inexplicable. Una pareja, una familia. Lo lejano y lo cercano se alían contra la temporalidad lineal, se dedican a hacerle burla al implacable paso del tiempo. Es el poder del destino, de la eternidad y los sueños. El poder de lo fantástico, lo mágico y sobrenatural. El océano. La luz del sol. Un árbol legendario situado frente a un antiguo edificio. Gaviotas. Multitud de nubarrones. Un aire fresco, suave y relajante. Una historia emocionante y una foto en blanco y negro.

Porque mientras caminaba sumergido en un mar de reconfortantes sensaciones, no se daba cuenta de que cada paso que daba, cada pisada, cada segundo que transcurría le llevaba hacia un lugar, hacia un espacio abstracto totalmente diferente a cualquier otro. Y eso marcaría su vida, marcaría su trayecto, su evolución, su pasado, presente y futuro. Su personalidad, sus valores y sus sueños. Porque lo que ayer no importaba, hoy le mata. Y lo que hoy le trae sin cuidado, el día de mañana le dolerá. Y es que el culpable es el sendero, es el paseo, es el camino que ha elegido. ¿Pero podemos hablar de culpables? Porque el concepto de culpa es ambiguo, es complicado, es inabarcable. Porque lo que hoy es culpa, mañana es azar, es desconocimiento, es mera y simple causa.

Mira hacia adelante. No temas, no sufras, no llores. Porque a pesar de todo, recuerda que lo que ayer dolió hoy no importa, y lo que hoy es una dura espina en el pecho mañana no va a ser más que un insignificante y lejano recuerdo. Un recuerdo, una estampa, una estúpida imagen de un pasado repleto de contradicciones, de complicaciones y simplezas, de juventudes y vejeces, de alegrías y tristezas, de fortalezas y debilidades, de felicidades, de llantos, de ideales e ilusiones, de agobios y tensiones. Pero, al fin y al cabo, el pasado es vida, es belleza, es infinidad. Como el mar.