domingo, 27 de octubre de 2013

Nadie.

¿Qué ocurre?
Nada nos completa, nada satisface.
Un oscuro abismo nos envuelve entra las nubes.
Cruel ausencia, soledad desgarradora.

Vaya a donde vaya, nadie le comprende.
Se fijan en lo ajeno, descuidan lo íntimo.
Fugaces historias ficticias.
Relatos vacíos, huecos.
Carecen de alma.

Falta poesía en mi mundo.
Sí, los versos llegan a mi alma,
pero solamente a la mía.

Un corazón que comparta, 
que sirva de guía en las tempestades.
Eso falta.

Ellos, lejos.
Ellos, también lejos.
No sirven de acompañantes,
ni siquiera son capaces de soñar. 

No sólo les separan kilómetros,
pues tampoco han probado la escritura.
No se han dejado ver por extraños cielos,
desconocidos pero placenteros.
Ni entienden de universos profundos,
sólo visibles a ojos de expertos.

Quizá los rasgos inusuales le distancien del gentío.
Quizá él mismo es su único mundo.

Encerrado en jaulas de oro,
su propia belleza la utiliza como fin,
no como medio.
¡Sorprendente hoy en día!

Algún día, no muy lejos en el tiempo,
se girará sobre sí mismo para observar su nombre.
Su nombre grabado en la arena.

Para que, si todos le olvidaron,
sea el mar el que le recuerde.
A un alma solitaria y pensativa.

Para que las olas le recuerden,
durante toda la eternidad.