martes, 17 de abril de 2012

Por España.

Un país caracterizado por la permanencia dos inmaduros frentes ideológicos, que en lugar de juntar sus esfuerzos colectivos se dedican a desprestigiarse mutuamente, provocando que el sentimiento de unión patrio no esté presente en el conjunto de los ciudadanos. Donde el tópico de las dos Españas no es tan tópico, pues en casi cuarenta años no hemos conseguido superarlo. Una nación que se ampara en los nunca aconsejables extremismos políticos, simplificando la libertad de pensamiento y favoreciendo la aparición de posturas intolerantes y autoritarias. Un país donde la derecha tiene que ser monárquica y la izquierda antipatriótica. Donde unos utilizan la bandera rojigualda y otros la tricolor, por no olvidar a los defensores de la del águila de San Juan. Donde unos escuchan la Marcha Real y otros defienden el Himno de Riego. Donde se tilda de fachas a los que muestran públicamente su amor por la patria. Donde se profundiza en las heridas del pasado, echando continuamente leña al fuego en lugar de aprender de los errores. Un país dividido, en definitiva... Un país que dista de otras naciones en la que sus habitantes, por encima de la diversidad de opiniones (claramente rica y respetable) sienten como su natural individualidad encuentra su más pleno y esencial sentido en un concepto histórico, cultural, lingüístico y social llamado país. Nación, tierra... Un concepto llamado patria.

¿Es esta la imagen que queremos de nuestra España? Un país donde nadie defiende sus símbolos y donde echar la culpa a los demás y faltar el respeto a las opiniones ajenas está a la orden del día. Deberíamos replantearnos la situación, porque quizá nuestro día a día actual no difiere mucho de la crisis moral que hace poco más de un siglo asolaba nuestra más querida tierra. Sí, me estoy refiriendo a la crisis del 98, aquel acontecimiento tan criticado por notables escritores como Unamuno, Baroja o Valle-Inclán, que probablemente sea similar a lo que está ocurriendo hoy en día.

Quizá es hora de protagonizar una nueva regeneración. Ahora más que nunca, por encima de todas nuestras diferencias... Plus ultra.

 ¡Por España!