martes, 3 de diciembre de 2013

Distancia.

Es evidente que no se puede tenerlo todo. Que lo más inexplicablemente bello siempre trae aparejado problemas de algún tipo. Una parte esencialmente negativa que nos encierra en un laberinto donde el yin y el yang se pelean entre sí. 

Triste. La dicha de haber conseguido lo mejor, haber llegado al punto más alto jamás soñado... pero no es lo mismo al haber llegado solo. La distancia, eterna barrera que impide el verdadero éxtasis espiritual, relega a un segundo plano las pasiones propias de la cercanía material, que no es más que el germen de la cercanía psicológica entre varios seres. 

Distancia. Cruel dama, causante de las más lamentables desdichas. Enemiga por antonomasia de las perfecciones humanas. Tú, ladrona de esperanzas. Tú, pesadilla en apariencia inofensiva, pero que no duda en aparecer tras las espaldas del gentío... y clavar el peor puñal. Sutilmente, a sangre fría. Tú dibujas macabras sonrisas en un ambiente próspero a ojos del que no lo habita, pero repleto de falsedad ruin. Tú provocas los mayores males que se pueden encontrar en el interior del ser humano: el drama de la soledad, del sufrimiento en silencio... lo que no se expresa, lo no liberado.

Generas tristeza en silencio. Vacío, tormentos encerrados en una jaula de desesperación... y solo tú has hecho que nadie pueda alcanzar su libertad, que nadie sea capaz de desprenderse de cargas tan duras.

La peor de las villanas. La que no lo cuenta, no lo grita. La que no aparece nunca. Únicamente hace el mal... rodeada de un misterio de alejamiento cínico.

Sin duda alguna, la mejor actriz de todas. 

Distancia.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Adiós.

Qué extraño mundo,
tan amante del ayer, descolocado presente.
Escapadas más allá del horizonte,
hacia culturas perdidas, pero fantásticas. 

Eres el ocaso de Europa.
Conexión entre la magia celta por un lado,
y la brillantez árabe por otro.
Francia te saluda con odio y amor a la vez,
mientras seduces con tus contrastes
al mundo que tras el charco descansa.

Tú, anciana Reina de las reinas.
Con un pie en el progreso y otro en la tradición.
Tú eres fiel amiga de la tierra de San Nicolás,
de la aurora del Viejo Continente.
A pesar de la distancia, las estrellas os han unido.
Permanecéis unidas en esencia sin igual.

Elegante dama de los reinos del Norte.
Con tu folklore iluminas territorios enteros.
Bajo tu mirar no se encuentra final,
de un paraíso eslavo, asiático.
De un mundo de oropeles y tragedias.

Lugares exóticos, lejanos,
dorados reflejos de belleza sin fin.
Para los viejos gigantes, eso éramos.
En un mundo que abrazó la decadencia,
ya hace varias primaveras.

Y buceamos en otros universos,
si cabe todavía más alejados.
El destello de los Imperios Faraónicos,
junto al luminoso colorido de los palacios de Aladdín.

También nos perdimos en otros tiempos,
en siglos de poesía sentimental y simbolismo perfeccionista.
En épocas de Libertad absoluta y revoluciones profundas.
Un siglo de Imperios inacabables, y obreros insatisfechos.

Pero no fue nuestro único mundo,
viajamos junto al rey Arturo
y sus indestructibles fortalezas,
al son de la música juglaresca
mientras robábamos junto a Robin Hood
y despertábamos a la Bella Durmiente.

Surcamos un mar embravecido,
pero rico en irrepetibles experiencias.
En colores de Rusia, España.
Destellos medievales, orientales.
En eternas luces decimonónicas. 

Imparable huida, evasión irrefrenable. 


martes, 29 de octubre de 2013

Una vez más.

Tiempos teñidos de brisas marchitas, 
pero inmortales.
Lugares especiales, 
fiel reflejo de nuestra bella inmutabilidad. 

Tú. Yo.
Todo.

Se pusieron de acuerdo Cielo y Tierra.
O fueron la Luna y las Estrellas,
guiadas por una estela fugaz.
Rayos de brillantez.

Llámenle destino, llámenle fin.
Dulce creación del universo,
nada posee tanta plenitud.
Nada es más puro que lo nuestro.

Sucedió hace dieciocho primaveras,
cuando el firmamento iluminó nuestro océano encantado.
Supo aportar a la soledad un hermoso halo de luz.

Y, desde entonces,
todo fue maravilloso.

Años prósperos, 
repletos de un encanto inimaginable.
Leyendas que la posteridad se encargó de custodiar con cautela.

Fortuito o mera suerte, 
sin duda ha valido la pena.
Por ti y por mí.
Por hoy y ayer.
Por los años venideros...


JE T'AIME
 

domingo, 27 de octubre de 2013

Nadie.

¿Qué ocurre?
Nada nos completa, nada satisface.
Un oscuro abismo nos envuelve entra las nubes.
Cruel ausencia, soledad desgarradora.

Vaya a donde vaya, nadie le comprende.
Se fijan en lo ajeno, descuidan lo íntimo.
Fugaces historias ficticias.
Relatos vacíos, huecos.
Carecen de alma.

Falta poesía en mi mundo.
Sí, los versos llegan a mi alma,
pero solamente a la mía.

Un corazón que comparta, 
que sirva de guía en las tempestades.
Eso falta.

Ellos, lejos.
Ellos, también lejos.
No sirven de acompañantes,
ni siquiera son capaces de soñar. 

No sólo les separan kilómetros,
pues tampoco han probado la escritura.
No se han dejado ver por extraños cielos,
desconocidos pero placenteros.
Ni entienden de universos profundos,
sólo visibles a ojos de expertos.

Quizá los rasgos inusuales le distancien del gentío.
Quizá él mismo es su único mundo.

Encerrado en jaulas de oro,
su propia belleza la utiliza como fin,
no como medio.
¡Sorprendente hoy en día!

Algún día, no muy lejos en el tiempo,
se girará sobre sí mismo para observar su nombre.
Su nombre grabado en la arena.

Para que, si todos le olvidaron,
sea el mar el que le recuerde.
A un alma solitaria y pensativa.

Para que las olas le recuerden,
durante toda la eternidad. 

miércoles, 16 de octubre de 2013

Navegando.

No paro quieto en ningún sitio.
Sólo el camino posee sentido.
Sólo él es fuerza, energía.
Sólo él, maravilla.

Un nuevo universo de luces,
de efímera y brillante espuma.
Astro rey, corona de estrellas eternas el mapa estelar.
Paraísos dormidos, lagos vacíos.
Y quizá viejos mares legendarios.

También hay tempestad, sepa usted.
Estruendo de rayos y centellas,
Zeus no olvida un trabajo milenario. 

Y he ahí, entre truenos oscuros.
Entre parajes silvestres.
Entre montañas nevadas y playas desnudas.
Entre caminos mojados.
Ahí, ahí está Él.

Sobrevuela el orbe entero conocido,
huyendo de lo particular.
Sólo esencia universal, ansia de seguir escapando.

Continua novedad.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Recónditos.

Intrusos. 
Un estorbo para la plenitud. 
Máscaras extrañas, o simples hombres. 

Sus ojos se clavan firmemente en su mirar. 

¡Qué dejen de apuñalar lo más profundo de su alma! 
¡Qué olviden las facciones de su rostro! 

Paren de entrometerse en su interior. 

Jamás. 

La más sincera compañía de un mar solitario. 

Nadie debe inmiscuirse, 
únicamente necesita su presencia. 

A veces el gentío sólo genera soledad... 

mientras, el rubor de las olas libera su espíritu. 
Libera los demonios que lo atormentan. 

Solamente el océano le ofrece compañía.


viernes, 23 de agosto de 2013

E.

Unidos.
Por el amor a los bosques,
su aroma a frescura eterna.
Unidos, por la pasión por los ríos.
Madre Tierra, vieja pero sabia.

Unidos por la belleza del rostro,
por el culto al perfil, a unos brillantes ojos.
Unidos por la soledad,
por los largos paseos al amanecer.
Por el miedo a vivir.

Porque sí, Oh, bella Ninfa.
Nuestra belleza es un fin en sí misma.
Su valor es inmune al espacio, al tiempo.
Inmune al dolor, inmune al vacío.
Es verdadera.

La pluma de Shakespeare, de Homero, 
los versos clásicos más bellos.
Literatura antigua, inmortal arquitectura,
Grecia entera nos ha unido.

Unidos por la Libertad. Ella, única,
enemiga de las pretensiones,
pura y transparente.

Ella nos guio hacia los barcos,
hacia un mundo de pájaros.
Nos enseñó el océano. Y eso,
fue eso lo que más nos unió.

Ella, dulce Libertad, 
ella nos dio alas para volar.
Para volar sobre el mar.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Viajes.

Un día, no sé, algún mañana
tendré a mis pies el brillo del Mediterráneo al atardecer.
Emulando a los viejos nómadas,
caminantes errantes por las estepas de un complicado mundo.

Forastero. El olor a bosque bávaro.

No se observa final desde la playa de Ulises,
ni existen los principios.

Algún día me disfrazaré de ave,

y ni París sabrá mi identidad.
Vagabundeando sin patria,
solo sé volar.

Que me reciban dondequiera que esté,

sabiendo, eso sí, que la estancia será breve.
El camino es lo que cuenta, bien lo sabe la gaviota.

Diferente.

Europa nos guiaba
por sus recónditos huecos.
Más allá, cercano, allí,
un mundo de color.

Quizá era una nube de lejanía,

enfrentada al cruel poder de lo finito,
inconcebible, irreal.
Nunca lo sabremos, quizá sí.

Viajamos sobre el cielo de los recuerdos,
reinventándonos historias narradas por la nostalgia.
Ese nuevo mar nos condujo hacia la brisa.

Gaviotas sin patria, pero habitantes de los cielos.

Azul, siempre.


jueves, 11 de julio de 2013

Retorno.

Entré en aquel túnel,
sombrío y pedregoso, fiel guardián de un viejo vagón.
Tren olvidado, recuerdo de nadie;
una leve sombra, más cercana al frío ocaso que a un resplandeciente amanecer.

Sangre, caídas. Lo que fue otrora un espléndido mar, yace inerte en gélida tierra.
Lágrimas. Lo antaño dulce se volvió amargo, decadente, obsoleto.
Un mundo arcaico, anacrónico, reflejo de lo marchito. Pero bello.
Hermosura sin igual, pasión visual pura. 

Él, espejo de la inocencia, risas llenas de espontaneidad.
Lo pequeño, grande.
Viejos sueños, confinados por la Eternidad, alma caprichosa.
Astuta dama, envuelta en un halo de misterio, amante de la incertidumbre.
Cruel.

Escenas de terror se sucedían en cada momento.
Tragedia infinita, digna de Shakespeare.
La Julieta de Romeo, la Ofelia de Hamlet.
Miedo. 

Cerrando los ojos, un nuevo mundo, un nuevo espacio.
Un nuevo océano de deseos, de anhelos y conflictos.
La vida de ayer, los sueños de hoy. 

Caminos.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Viva la vida.

Otro día más. Otro días más, igual o similar al anterior, monótono, rutinario, en el que las horas, los segundos y los hábitos son los mismos, sin cambios, sin novedades. Otro día más, pero igualmente otro día rebosante de sonrisas, de felicidad, de alegría y carcajadas. Porque gracias a algunas personas cada minúsculo minuto se convierte en un momento inolvidable, en recuerdos repletos de una belleza imperecedera. Simples personas que, no siendo nada del otro mundo, consiguen hacer que este mundo parezca mejor de lo que es. 

Preciosos paseos. Él le enseñaba cada calle, cada rincón, cada lugar en el que había transcurrido el último año de su vida. Sus sueños se habían cumplido, y por fin pudo ver como su mano derecha se acaba de instalar en la capital, iniciando aquel viaje que doce meses antes Él había comenzado. Se perdieron por las callejuelas, por los recovecos más recónditos de todo el centro de Madrid. Se quejaron de la incomodidad del metro, de la inmensidad de la urbe, de sentirse hundidos en un inacabable océano desde el que no se vislumbraba atisbo de tierra firme. Pero ante todo se sentían felices, el uno junto al otro. 

Miedo a que el ahora sea un triste ayer, a que lo que eran bellas flores se conviertan en malas hierbas. Ellas le vieron, y los cuatro actualizaron sus vidas. Parecía que habían regresado a un universo extraño, encerrado en una alejada nube que ya no vigilaba los mismos parajes de antaño. Pero los sentimientos eran los mismos, los mismos nervios, el mismo gusanillo. Las mismas estúpidas pero increíbles sonrisas. Y luego vino otra persona, parecía un ángel que se había escapado de Dios sabe donde. Una voz familiar, pero poco conocida. Alguien cercano, pero lejano a la vez. Amor e incertidumbre. Un regreso, una resurrección. Lo único verdaderamente claro es que todo había cambiado... Nunca sabremos si fue para mejor, pero el poder de los más profundos sueños algún día nos resolverá todas nuestras dudas. 

Y aunque ahora digo adiós, siempre se vuelve. Cada inicio es un final, cada muerte es una vida y cada sí es un no. Porque donde sonó un olvido, se escribió un recuerdo

lunes, 29 de abril de 2013

Nadando en círculos eternos.

Adiós. Es extraño decir adiós, adiós al olor de los veranos en las playas de la Ría de Arousa, en el mar que baña la arena de lugares como Sanxenxo o Pobra do Caramiñal. Adiós al frescor de aquellas noches, de aquellos largos paseos que nos conducían a universos alejados, a parajes repletos de incuestionable atractivo. Noches de sueños e ilusiones, los dulces años en los que comenzábamos a emocionarnos con series como Física o Química o El Internado. La intensidad de las largas caminatas por la ciudad hacia ningún sitio en concreto, de los secretos y las miradas, de los mil y un momentos de profunda y sincera espontaneidad. Aquellos años, cuando nada parecía tener final y el futuro solo era el atisbo de algo que nunca se haría realidad. Años con sabor a dulce, a calor, a imaginación ilimitada y a pasional locura juvenil.

Es cierto que el poder del tiempo ha encerrado esos momentos en viejos y desfasados cofres, pero la chispa de una fuerte intensidad no se ha apagado todavía. La arriesgada oscuridad de la noche y la fuerte luminosidad del sol al mediodía continúan presentes en su mundo onírico. Los años pasan, y esas imágenes todavía bucean en el interior de sus pensamientos. No se olvida. Ellas pasean alegremente por su subconsciente, dibujando en su mente los bocetos de aquellos antiguos proyectos que todavía Él no había sido capaz de materializar. Coloreando sonrisas sobre páginas doradas, pero inexistentes al fin y al cabo. Solo son sueños...

Era un cielo gobernado por nubes que anunciaban la llegada de relámpagos y centellas, frente a unos leves rayos de luz que harían que los colores del iris se dibujasen en el firmamento. Se encontró con personas que habían formado parte de su vida, en una época que ya pertenecía a aquellos cofres marchitos. La Solana estaba cerca, observando como el tobogán de la vida guiaba sus aguas desde el Reino del Sol Naciente hasta el ocaso del Viejo Oeste. La Rusia Roja dominaba la escena, provocando el temor y los horrores de su querida y fiel guardiana. Se hallaba prisionero de unos ideales, de un mundo que buscaba la libertad y terminó ahogándose en sus propias paredes. Ella le dejó, pero su hermana ocupó su lugar, triunfando en muchas decisiones pero sucumbiendo al poder de un control represivo en otras. Y luego estaba su mano derecha, su fiel presente, que apareció en un lugar macabro para mostrar una imagen impropia de su personalidad, una apariencia de pasotismo y ruin maldad. Le hizo llorar desconsoladamente, pero gracias a Dios despertó.

Le vieron sus estigmas y le arrancaron sus nuevos atributos. No le dejaban ser él. También le hicieron sonreír, soñar, dar saltos de indescriptible felicidad. Bajadas y subidas, pantanos y paisajes, calabozos y palacios. Dicha y alegría, muerte y vida, nunca y siempre. Como la vida misma.

martes, 26 de marzo de 2013

Nunca, siempre.

Ella le besaba. En su cama, juntos. En otro mundo, en otro lugar... Él sabía lo que iba a ocurrir, lo tenía claro. Visualizaba en su cabeza los acontecimientos, un futuro, un destino lejano.

La suavidad de la brisa marina, brisa diurna, clara y pura. Un sobresalto, un largo y profundo sueño. Movimiento y calma, tormenta y quietud. Era un buen día, un día soleado en el que no se vislumbraba ningún atisbo de nube en el cielo. Pero no era del todo real, en el ambiente se podía respirar una pizca de fantasía, un olor a historia, a novela, a pasado. Un sabor al más rico helado, pero derretido. Un bello lienzo, aunque repleto de telarañas. Como la vida, imperfecta, inalcanzable, llena de piedras, de agujeros vacíos, de edificios en ruinas. Escaleras viejas. 

Él era otro, pero la cama era la misma. No era extraño, no le sorprendía. El entorno le resultaba familiar, cercano, pero algo diferente al mismo tiempo. Una antigua casa, lejana en el tiempo y el espacio. Un castillo en sus sueños. Un palacio, una iglesia, un teatro. O un simple piso barato. No importaba, era un lugar especial, un rincón conocido, tranquilo, lleno de vida. De risas, de lágrimas, de actividad y reposo. Nunca había salido de allí, era su verdadero hogar. Lejos, pero cerca.

Y despertó. Pero como siempre. Siempre despierta. O no, él no lo sabe, porque nadie lo sabe. Quizá nunca despertó, pero nunca olvidará aquel sueño. Aquellos sueños. O aquellos días, días reales, tangibles, encerrados con candado en el interior de su memoria. Imágenes custodiadas por la poderosa fuerza de sus recuerdos.

Todo, nada. Un día, un lugar, una vida.


jueves, 21 de febrero de 2013

Dónde.

Lloraba. Se sentía solo, triste,
alejado de aquel mundo de luces.
Él ya no estaba, llevaba tiempo sin estar.
Mucho tiempo.

Sobresaltos, sorpresas, irrepetibles sensaciones.
Se había marchado un rato, nadie le echaba en falta.
Nadie.
Solamente necesitaba volar un poco.

Dio un salto hacia el cielo, mezcló sentimientos,
unió a personas, rió, gritó, volvió y se escapó.
Escapó y volvió, soñó. 

Todo había cambiado. Estaba escrito, estaba claro.
La única forma de volver.
La única forma de guardar.
Único. 

Intentaba reírse del tiempo, luchar contra el mundo.
No lo entendía, pero no importaba. 
Y qué. Era feliz. 

Las cosas parecían seguir su ritmo natural.
Ellas, juntas.
Ellos, iguales.
No hay transformaciones.

Pero es un paraíso. Hay ayer, y hay novedad. El mañana, dulce.

Vámonos.

viernes, 8 de febrero de 2013

Dreams.

Conversaciones inolvidables, risas inacabables, bromas repletas de inocencia, de afinidad, de chispa. Personas, divertidas, agradables, sonrientes, llenas de vitalidad pero vulnerables al vacío, a la incertidumbre, a los malos recuerdos, a los momentos de tristeza. Personas, almas individuales, algunas con una alta capacidad de autosuperación y otras que se resignan al disfrute de los aspectos más básicos de la vida. Se acomodan en una nube cercana, lo que nunca les traerá problemas pues no necesitan subir más, realmente son felices gracias a una tranquilidad ciertamente estable. Otros, por el contrario, necesitan seguir ascendiendo hacia nuevos parajes, hacia nuevos entornos paradisíacos, lugares que quizás solo sean un idílico reflejo de una realidad algo más turbia. Pero solo quizá.

Fuego. Una insólita imagen, un vago recuerdo, un déjà vu inexplicable. Una pareja, una familia. Lo lejano y lo cercano se alían contra la temporalidad lineal, se dedican a hacerle burla al implacable paso del tiempo. Es el poder del destino, de la eternidad y los sueños. El poder de lo fantástico, lo mágico y sobrenatural. El océano. La luz del sol. Un árbol legendario situado frente a un antiguo edificio. Gaviotas. Multitud de nubarrones. Un aire fresco, suave y relajante. Una historia emocionante y una foto en blanco y negro.

Porque mientras caminaba sumergido en un mar de reconfortantes sensaciones, no se daba cuenta de que cada paso que daba, cada pisada, cada segundo que transcurría le llevaba hacia un lugar, hacia un espacio abstracto totalmente diferente a cualquier otro. Y eso marcaría su vida, marcaría su trayecto, su evolución, su pasado, presente y futuro. Su personalidad, sus valores y sus sueños. Porque lo que ayer no importaba, hoy le mata. Y lo que hoy le trae sin cuidado, el día de mañana le dolerá. Y es que el culpable es el sendero, es el paseo, es el camino que ha elegido. ¿Pero podemos hablar de culpables? Porque el concepto de culpa es ambiguo, es complicado, es inabarcable. Porque lo que hoy es culpa, mañana es azar, es desconocimiento, es mera y simple causa.

Mira hacia adelante. No temas, no sufras, no llores. Porque a pesar de todo, recuerda que lo que ayer dolió hoy no importa, y lo que hoy es una dura espina en el pecho mañana no va a ser más que un insignificante y lejano recuerdo. Un recuerdo, una estampa, una estúpida imagen de un pasado repleto de contradicciones, de complicaciones y simplezas, de juventudes y vejeces, de alegrías y tristezas, de fortalezas y debilidades, de felicidades, de llantos, de ideales e ilusiones, de agobios y tensiones. Pero, al fin y al cabo, el pasado es vida, es belleza, es infinidad. Como el mar.

martes, 22 de enero de 2013

El final del comienzo, el principio del fin.

Caminaba solo, inmerso en sus pensamientos, en sus preocupaciones, en su hermoso pero irracional mundo interior. Todo se movía y se paraba al mismo tiempo, el reloj vigilaba desde lo alto riéndose de ellos, de sus esclavos, sus monigotes a los que manejaba como quería, sin piedad, sin sentimiento de culpa. Demasiada gente, demasiados rostros que no reflejan más que la esencia de nuestra sociedad, de un mundo de prisas, de carreras, de apuros, de linealidad ascensional, de supuesto progreso hacia lo alto. Muchas caras, muchas almas agobiadas, cansadas, estresadas, perdidas en un vacío existencial de donde nada ni nadie les puede sacar, ni el más experto psicólogo ni los más profundos consejos. Nada, nadie, nunca.

Él caminaba, acomodado en su sofá de experiencias, de vivencias, de éxitos y fracasos, de aciertos inolvidables y traumas no superados. Corría hacia el metro, el calor era insoportable y la gente le miraba, quizá preguntándose quién era él, de dónde venía y si su aspecto coincidía con el fondo de su mente, de su alma, de su corazón. Igualmente, puede que quizá solo le observaran por curiosidad, por el simple hecho de estar al lado o delante de Él. Pero ellos también estarían sumergidos en sus propios mundos, en sus propios pensamientos, sus propias percepciones, sus propias reflexiones. Almas individualistas y profundamente subjetivas capaces de llegar, sin tener la intención de hacerlo, a un trágico dramatismo que no es más que el fruto de un egoísmo excesivo y un fuerte egocentrismo. No les culpen, errare humanum est.

Podemos escuchar una serie de maravillosas melodías, obra de un gran número de violinistas que están asentados en la mayoría de las estaciones de la capital, dedicados al deleite de una hermosa parte de la vida que tiende a ser minusvalorada por algunos sectores, por aquellos que se creen en posesión de la verdad, los que vigilan, los que controlan, los que se ríen en público pero terminan llorando en privado. Suaves melodías, son capaces de transmitirnos una bella sensación de serenidad, de calma, de tranquilidad... Algo que se echa en falta entre tanto materialismo, entre tanto utilitarismo insensible, vacío, hueco. 

Él seguía caminando, seguía su rumbo, su pasos, un sendero en el que había dejado de creer hace algún tiempo, pero del que volvía a estar seguro, en cierto modo, de querer continuar. Mientras las demás personas, aferradas a sus sueños y motivaciones, continuaban sus trayectos sin hacer caso al camino de Él, Él se estaba dando cuenta de que para conseguir algo grande hay que renunciar a algo pequeño, pero valioso. Se estaba dando cuenta de que para conseguir la felicidad hay que renunciar a las horas, a los minutos, a los segundos. Para conseguir la felicidad hay que renunciar al tiempo, porque el mundo nos ha educado en vivir hacia adelante, y pensando en el porvenir olvidamos algunas cosas del hoy. Sí, es duro renunciar a ciertos aspectos del tiempo actual, pero recuerda... Las pequeñas cosas del ahora, la otra mitad de nimiedades que disfrutamos hoy y que muchas veces no apreciamos, se terminan convirtiendo en magníficos recuerdos del ayer. Y eso, eso es lo importante. Nunca olvidemos que en el recuerdo está lo más pleno, lo más gratificante. Lo que nos hace felices

Que aunque lo que vale la pena nunca se nos da regalado, en el fondo no es del todo complicado ser feliz. Inténtalo, no te arrepentirás. Nunca es tarde