Europa nos guiaba
por sus recónditos huecos.
Más allá, cercano, allí,
un mundo de color.
Quizá era una nube de lejanía,
enfrentada al cruel poder de lo finito,
inconcebible, irreal.
Nunca lo sabremos, quizá sí.
Viajamos sobre el cielo de los recuerdos,
reinventándonos historias narradas por la nostalgia.
Ese nuevo mar nos condujo hacia la brisa.
Gaviotas sin patria, pero habitantes de los cielos.
Azul, siempre.
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